PSICOLOGÍA PARA COMPRAR EL MEJOR JUGUETE DE NAVIDAD

Los padres entran en la campaña de evaluar con o sin conocimiento de causa la psicología del juguete, ¿Cuál sería el mejor y acertado regalo de Navidad para el engreído de la casa?

Nuevamente millones de cartas infantiles han sido dirigidas a Papá Noel en todos los países. Para la mayor parte de los niños, la Navidad señala el comienzo de una nueva vida, aquella en que el juguete lo conduce a la vez sobre el sueño y la vida.

Ingenuas, suplicantes, elocuentes y solicitantes, esos millares o millones de cartas volverán a tener una vez más, el acento de ternura de una esperanza de niño.

Esa esperanza precisamente es muy importante, no decepcionar eligiendo a ciegas juguetes seductores quizás, especialmente para nuestros ojos de compradores, pero que no provocarán seguramente el entusiasmo del niño.

Un solo juguete mal seleccionado puede romper el encanto de Noel. Numerosos padres y en especial madres jóvenes, quedan extasiadas ante el precoz despertar de su hijo y optan por regalos demasiado avanzados para su edad.

EL DESPERTAR DEL UN NIÑO EMPIEZA CON UN JUGUETE

En el juego, el niño explora su propio mundo y desarrolla su cuerpo, sus capacidades, su inteligencia y sus promesas. Un bebé de un año que amontona fichas mejora su vista y la coordinación de sus gestos.

A los 5 años aprende las relaciones familiares y a los 12, acrecienta de manera clarividente sus conocimientos haciendo experimentos de química con una caja de juegos.

Un juguete de niño deberá, en consecuencia, servir una finalidad adaptada tanto a su personalidad como a su edad y a su nivel de desarrollo.

Desde hace años, numerosos psicólogos y educadores se han preocupado por la salud psicológica de los niños en el seno de una civilización tecnicista.

El juego obedece por sí mismo a una lógica de crecimiento por lo que es importante dejar el campo libre a las iniciativas de juego propias del niño siempre que ellas no resulten peligrosas.

LOS JUGUETES BÉLICOS

¡Estás muerto y debes caer! “Pero no, no; solamente estoy herido: ¡Pum! ¡Pum! ¡Pum! ¡Te maté!

Los niños se divierten como todos los niños del mundo. Juegan a la guerra, porque los diarios hablan de guerra; juegan a los cowboys porque las películas que van a ver por las redes sociales contienen argumentos que no se filtran para ellos.

Durante ese tiempo sus madres están realizando sus labores y cuando lanzan una tierna mirada sobre sus hijos los deja jugar a la guerra y a la violencia hasta cierto límite, un límite que para ella consiste en romper el vidrio de una ventana o el jarrón de la abuela.

Sin embargo, detrás de la apariencia inocente de estos juegos de niños existe el peligro de un traumatismo. El inconsciente tiene buena memoria y la semilla de violencia encuentra un terreno propicio.

Más tarde, pero demasiado tarde entonces, un psicoanalista dirá de un shock recibido en la edad de la infancia. Un shock que no había sido olvidado.

Todo espectáculo de violencia, toda arma de fuego, son un juego peligroso para los niños. No se trata de ser alarmistas sino clarividentes en una época en que la ciencia médica ha revelado al hombre el poder de ciertas fuerzas que él ignoraba. Hasta los productores de películas se plantean antes de confiar un papel a un niño.

PROTEGER EL CRECIMIENTO

Los bebés pequeñitos tienen la tendencia a agarrar todo lo que está a su alcance con sus manos y boca. Sienten la necesidad de morder en cuanto les salen los dientes y les gusta sentir y reconocer los objetos. Cuanto más un juguete estimula a niño, mejor será acogido.

Entre los dieciséis meses y los dos años numerosos niños comienzan a interesarse por los libros con imágenes. Es necesario elegirlos y que contengan ilustraciones sencillas.

Es también la edad en que los juguetes que ayudan a dormirse se convierten en grandes favoritos porque personifican la presencia maternal.

A partir de los dos años los gustos de los niños de ambos sexos comienzan a divergir, a los tres y cuatro años marcan una etapa del crecimiento. La mayor parte de los niños comienzan a limitar sus impulsos violentos y los transforman en manifestaciones más sociales que se relacionan con quienes los rodean.

El juego los ayuda en gran parte, a esa edad los juguetes de agresión como los revólveres, fusiles, cuchillos, sables y hachas de indios son los favoritos. Pero atención, si el espíritu de destrucción los impulsa o se expresa demasiado rudamente, eso significa frecuentemente que el niño no está aún preparado para jugar con esos objetos que, por lo demás deberán ser abolidos definitivamente.

CUALIDADES DE UN JUEGO

Las principales cualidades de un juego residen en sus funciones prácticas y experimentales. Hasta en un juego de imaginación el niño proyecta con espíritu práctico sus propias imágenes mentales.

Desde la edad de la escuela el interés de los niños por los juguetes y los juegos comienza a evolucionar. La vida en común le hará preferir los juegos que pueden realizarse con amigos. A medida que los conocimientos escolares se desarrollan, los juegos de nombres y los puzles se hacen populares.

En cuanto a las niñas ellas volverán a juegos más de interés social por lo que muchas se habitúan al juego con las muñecas, vestirlas, cuidarlas y educarlas. Es la edad de la “pequeña mamá”, de la maestra, en que todo se lo copia de las actividades familiares o escolares.

Hacia los ocho años, los niños entran frecuentemente en una etapa difícil. Su propio comportamiento se revela, en momentos, teatral y adoran disfrazarse de otras personas. Las marionetas, por cuyo intermedio ellos pueden expresar libremente sus más secretas aspiraciones y toda clase de disfraces representan excelentes regalos.

Un poco más tarde, hacia los diez años, comenzarán a apreciar los juegos de destreza, a la vez manuales y mentales, así como los juguetes científicos y mecánicos para armar.

¿CÓMO SE DEBE ELEGIR UN JUGUETE?

El juguete ideal debe adaptarse a la capacidad presente del niño y que al mismo tiempo apoye o aporte para el desarrollo más aún.

No compre sistemáticamente un juguete caro. Escójalo con cuidado, que sea lo más cercano posible a la realidad y que estimule la imaginación. Los juguetes complicados de usos limitados serán quizás atrayentes, pero muchos no favorecen el ejercicio de la imaginación.

Elige con cuidado. ¡Feliz Navidad!

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