Los investigadores han encontrado algunas diferencias anatómicas entre el cerebro de los hombres y las mujeres, para determinar cuál es el sexo débil.
Los datos son lo suficientemente interesantes como para realimentar una discusión ya vieja y polémica: La presunta superioridad intelectual del hombre frente a la conocida habilidad lingüística propia de la mujer.
El estudio preliminar hecho en cerebros humanos ha revelado que el de las mujeres tiene un cuerpo calloso más grande que el de los hombres.
Dicho cuerpo está conformado, como se sabe, por millones de fibras nerviosas que conectan los hemisferios cerebrales, los especialistas piensan que esta diferencia anatómica puede determinar las habilidades mentales en ambos sexos.
Se ha comprobado que las niñas aprenden a hablar antes que los niños y, de otro lado, se ha llegado a establecer el daño cerebral.
El cuerpo calloso supone la vía de comunicación entre dos universos diferentes, el hemisferio derecho está relacionado con la percepción espacial y el arte. Aquí encuentra lugar el pensamiento intuitivo y, según muchos neurólogos, la inspiración del artista.
El hemisferio izquierdo responde a estímulos secuenciales, con respuestas si/no, el lenguaje humano es una “invención” de ese hemisferio, portavoz del cerebro y transmisor de las inquietudes del otro hemisferio.
En 1861 Paul Broca, cirujano y antropólogo francés dedicado al estudio de la anatomía del cerebro, descubrió que ciertas lesiones en algunas zonas del hemisferio izquierdo provocaban anomalías en el habla y en la comprensión de la palabra, descubriendo así que ciertas funciones concretas se dividen en ambos lados del cerebro.
El cerebro femenino pesa aproximadamente 150 gramos menos que el masculino cuyo peso oscila alrededor de 1,300 gramos. La inteligencia, sin embargo, no es cuestión de peso, sino de circunvoluciones cerebrales.
BIOLÓGICAMENTE SUPERIOR
No solamente la cuestión de la inteligencia parece favorecer más a la mujer, sino que el sexo fuerte puede resultar ser sexo débil… o debilitado.
Definitivamente, biológicamente hablando, el varón es el sexo débil; está menos adaptado en cada etapa de la vida”, opina el investigador James V. Neil, de la Universidad de Washington.
Es un hecho incuestionable que la mujer vive cuatro y diez años más que el hombre en el mundo industrializado. Esta supremacía ha sido el motivo de una conferencia organizada por el Instituto Nacional de Envejecimiento (National Institute of Aging), cuyas conclusiones preliminares han desbarrancado al sexo opuesto a una posición inesperada.
Las razones bioquímicas favorecen también a la mujer, los estrógenos (hormonas femeninas) hacen disminuir los niveles de las proteínas LDL que transportan el colesterol, perjudicial al sistema circulatorio: trombosis.
La mujer está protegida en el periodo en el que es fértil, mientras que el riesgo se incrementa a partir de la menopausia.
En el hombre, después de los cuarenta años el colesterol empieza a hacer estragos, los cánceres al pulmón y enfermedades como la cirrosis tienen el doble de probabilidad de ocurrir en el sexo masculino.
Es así que vemos que el sistema inmunológico de la mujer es más fuerte, pero las mujeres sufren más frecuentemente de degeneraciones síquicas y físicas producidas por la vejez. Hay mayor cantidad de histeria y pérdida de condiciones intelectuales.
Las condiciones intelectuales en el hombre suelen perdurar y mejorar con los años, las mujeres sufren mucho más frecuentemente de artritis: tres por cada hombre.
En el lado síquico soportan menos la idea de la vejez, mientras que la “juventud” del hombre suele prologarse más allá de las canas.
EN ALGUNAS CONDICIONES LA MUJER ES SUPERIOR, EN OTRAS EL HOMBRE
Mientras la ciencia no lo determine convenientemente, podemos hablar sólo de diferencias, pero una cosa sí debe quedar en claro: el sexo fuerte no es tan fuerte.
La eterna polémica de ¿Cuál es el sexo fuerte? queda abierta, y otra cosa más definida: sólo cuando se juntan son verdaderamente fuertes.
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