Cada año es preocupante la Tierra se calienta, como los grandes desiertos se llamen Sahara, Gobi, Arábigo, Nevada o Atacama, ven aumentar su extensión con miles y miles de kilómetros de arena.
Poblados enteros sucumben a este avance inexorable de las dunas y tierra infértil y en la medida que los desiertos avanzan, otro fenómeno se produce simultáneamente: la Tierra se caliente cada vez más.
Al parecer, no nos encaminamos hacia otra era glacial, como la que terminó hace unos 10 mil años, sino hacia una era de extremos calores, ¿Por qué?
Los científicos dicen que es por culpa de una capa de anhídrido carbónico que recubre el planeta, “encerrando” una creciente porción de calor recibido del sol.
Ello provoca el aumento de la temperatura del suelo y modifica el equilibrio térmico de la Tierra, cada año, doce mil millones de toneladas de anhídrido carbónico fruto de nuestra “civilización industrial”.
El deshielo será inminente y con ello muchas de las zonas costeras se encontrarán bajo el agua para inicios del próximo siglo.
LA ALARMA YA SONÓ, SE CALIENTA
Por otro lado, los clorofluorocarburos (aerosoles) y otros gases que, ellos solitos, se encargan de destruir la capa de ozono, penetran en la atmósfera de nuestro planeta modificándola inexorablemente.
Lo que se prevé son inviernos cada vez más cálidos y veranos insoportablemente tórridos, el problema es tan grave que gobiernos de los países más desarrollados y organismos internacionales han entrado a tallar.
Proponer a los gobiernos del mundo restricciones en la industria del automóvil para rebajar las emisiones de gases de los vehículos para reducir así la contaminación urbana que es la que, en definitiva, provoca el calentamiento de la Tierra.
También se manifestó por la reducción de la lluvia ácida, ese fenómeno que está diezmando los grandes bosques del hemisferio norte, las plantas que usan carbón como combustible, tendrán que rebajar las emisiones de dióxido de azufre en 10 millones de toneladas para el año 2025.
Si, la Tierra está en peligro, y paradójicamente, el hombre es el gran culpable de su paulatina destrucción, la primera voz de alarma sonó en la década de los 70, en Estocolmo, en una reunión mundial para estudiar los peligros que acechaban a nuestro planeta.
El lema de este cónclave fue tan sugestivo como dramático: “Tierra, una sola.”
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