POR QUÉ EL ESTADIO NACIONAL SE LLAMA «JOSÉ DÍAZ»

Más de una calle de Lima lleva su nombre. Es la olvidada historia de un patriota sin tumba y desde años atrás el primer centro deportivo del país, el Estadio Nacional se llama el Coloso de José Díaz, haciendo que su nombre esté en boca de todos.

Nos obstante, pocos, poquísimos, conocen la vida del héroe, sus proezas y las circunstancias de su entrega a la causa de la patria.

José Díaz es una figura honrada y a la vez desconocida. No hay tumba que guarde sus restos, porque ellos desaparecieron en el campo de batalla. Quizás esto explique en parte el misterio en torno a su persona.

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Jorge Basadre cita sólo su nombre entre los caídos en la batalla de Miraflores en 1881 ante la ocupación chilena, cabe mencionar en la lista de las víctimas de estas infaustas jornadas a otros jefes militares como Pablo Arguedas, Joaquín Bernal, Juan M. Montero Rosas, José E. Chariarse, Julián Arias y Aragüez, José Díaz, Máximo Isaac Abril. Y los libros sobre los personajes preclaros de la patria ni siquiera lo mencionan.

El esforzado combatiente de muchos campos de batalla José Díaz, vencedor de Dos de Mayo y Miraflores, es un nombre por todos pronunciado que ofrece al Perú vale rosas y no desentrañadas lecciones de amor y lealtad.

JOSÉ DÍAZ ALUMNO DE SAN CARLOS

José María Díaz Córdova nació en Lima el 9 de abril de 1822. Su partida de bautismo consta en los archivos de la iglesia del Sagrario de la Catedral. Sus padres, Don Pedro y Doña Josefa Córdova y Urrutia, dejaron de existir poco tiempo después, y José Díaz, de corta edad pasó al poder de una tía paterna, Doña María Díaz y Reyna.

Desde los 14 años -1836, 1837 y parte de 38-, estudió, en clase de Capista, en el Colegio de San Carlos, que habría de ser, poco después, bajo la dirección de Bartolomé Herrera, el centro de irradiación de las doctrinas conservadoras, opuestas a las liberales predicadas por el Colegio de Guadalupe.

En San Carlos rindió exámenes, con notas sobresalientes, de Gramática Latina, aritmética, razones y proporciones y geografía. A partir de entonces iniciaría su descollante carrera militar.

SUBIENDO AL RANGO DE SUBTENIENTE

El 20 de noviembre de 1838, José Díaz se enrola como cadete del Batallón Zepita, a las órdenes del General Vigil. Eran los agitados años en que trataba de gestarse la Confederación Perú-boliviana, compuesto separadamente por Agustín Gamarra, Andrés de Santa Cruz y José Luis Orbegoso. Las ambiciones personales de los tres caudillos no tardarían en hacer fracasar por completo la empresa.

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Apenas meses más tarde -al capitular, en el pueblo de Coracora, las fuerzas de la Confederación, mandadas por los Generales Vigil, Otero y Pardo de Zela, frente a las del Ejército Libertador, comandadas por el comandante Alejandro Deustua-, José Díaz pasó a engrosar las filas del Batallón Cazadores de Ancash, ex Cazadores del Perú.

En el Cantón de Puno, el joven soldado, reconocido desde ya por su valor y sus méritos, enfermó seriamente de viruelas y fue trasladado al Batallón Cazadores de Punyán. El 20 de noviembre de 1840, al disponer el presidente general Agustín Gamarra la reunión de todos los cadetes para formar la Quinta Compañía de su guardia, José Díaz paso al Batallón Cazadores de Ayacucho. Con posterioridad al ataque de Cuevillas, de oficial fue ascendido a subteniente y con este rango se aprestó a luchar en la desgraciada campaña de Ingavi.

DÍAZ PRISIONERO DE GUERRA

Al S.O. de La Paz, en la región pantanosa de Viacha, queda Ingavi, escenario del ocaso de Agustín Gamarra. Este, al frente de las tropas peruanas, enfrentó allí a las fuerzas bolivianas, dirigidas por el General José Ballivián. Fue el 18 de noviembre de 1841. Tres factores conspiraron para la derrota del Ejército peruano, compuesto de 4 mil hombres: la superioridad técnica que dio a los soldados de Ballivián el empleo de fusiles hannoverianos, la errónea retirada de la caballería de San Román y la desmoralización que causó la muerte del mismo Gamarra en el campo de batalla.

Capturado durante el combate, José Díaz vivió en Bolivia su primera experiencia de prisionero. El 6 de julio de 1842, liberado, se dirigió a la ciudad de Tacna, embarcándose a Lima, y a pedido del teniente coronel López Salgado, fue destinado al Batallón Legión Norte. Formando parte de éste participó, el 17 de octubre de 1842, en la acción de Agua Santa, protagonizada por los generales Torrico y Vidal, quien secundaba el movimiento sedicioso promovido por Gutiérrez de la Fuente, desde el Cuzco.

Torrico huyó del campo de batalla, dirigiéndose a Chile, y Vidal entró triunfante a Lima, a ocupar la Presidencia. José Díaz, nuevamente prisionero, fue conducido a Pisco, hasta que el comandante Pedro Cisneros, que marchaba al departamento de Ayacucho en calidad de Prefecto, lo solicitó como ayudante.

JOSÉ DIÁZ EN CARMEN ALTO

Su azarosa vida de soldado llevó a José Díaz a prestar servicios en diversos Batallones, entre ellos el Ayacucho y el Marina. En las filas de éste intervino, el 28 de octubre de 1843, en la batalla de San Antonio lejos de Moquegua. La accidentada vida republicana enfrentaba, entonces, a nuevos rivales: las fuerzas del directorio, mandadas por los generales Manuel Guarda y Fermín del Castillo, y las constitucionales, a órdenes de los generales Nieto y Castilla.

El triunfo de los constitucionales fue rotundo. Guarda fue apresado junto a muchos de sus soldados, entre ellos José Díaz. Era su tercer cautiverio, en sólo 5 años de militar. Conducido, en unión de otros presos a Capachica, fugó de sus captores y pudo, tras muchas peripecias, llegar a Arequipa en donde fue destinado al Batallón Vivanco.

En Carmen Alto, el 22 de julio de 1844, las fuerzas vivanquistas fueron derrotadas definitivamente por Ramón Castilla. Desaparecido durante la acción, José Díaz estuvo casi tres meses en condición de suelto hasta que fue pedido para el Batallón Gamarra, mandado por el general Manuel Diez Canseco.

En setiembre de 1850, a los 28 años, el militar limeño recibía el grado de Capitán. Tras prestar servicios en Chanchamayo, siempre en las filas del Batallón Gamarra -ya convertido en Pichincha-, fue encargado, en 1854, de la instrucción de la columna de gendarmes que se organizaba en el departamento de Junín.

HÉROE DEL 2 DE MAYO SIENDO UN CORONEL

El Combate del Dos de Mayo encontró a José Díaz -graduado de coronel el 30 de noviembre de 1863- como uno de los más aguerridos defensores del Callao. Su acción heroica frente a la agresión de la Escuadra española fue reconocida mediante solemne documento de fecha 9 de noviembre de 1869, firmado por el mismo presidente Constitucional de la República, José Balta.

COMBATE DEL 2 DE MAYO CON HEROÍSMO Y SACRIFICIO

Dicho documento concedía al militar limeño los honores acordados a los combatientes del Dos de Mayo mediante ley del 26 de enero de 1869: el título de Benemérito de la Patria, una medalla y el uso de un escudo en la manga del brazo izquierdo, con palabras alusivas al épico acontecimiento. Todo ello como muestra de la gratitud nacional a los denodados combatientes del Callao.

José Díaz vivía, entretanto, su serena y ejemplar vida hogareña. Casado con doña Gertrudis Beúnza Sánchez, se dedicaba a la educación de sus tres hijos: José Luis y María Mercedes.

Gran caballista, pasaba sus momentos de descanso perfeccionando sus conocimientos de ajedrez, deporte en el que era un consumado maestro. Su sangre de soldado se mostraba en sus aficiones.

BATALLA DE MIRAFLORES

A los 59 años, lejos de entregarse a la placidez del retiro, José Díaz brindó su última gota de sangre a la defensa de la patria en peligro. El conflicto con Chile llegaba casi a su dramática definición y Lima, la capital, resistía, con más espíritu que elementos materiales, la arremetida de los invasores.

Fue el 15 de enero de 1881, en la línea -de “organización mucho más fantástica que efectiva”, al decir de Vicuña Mackenna- que Piérola había mandado levantar, como defensa, al sur de Lima. Además del apoyo de jóvenes, pobres y ricos, maestros y alumnos acudieron a los reductos para combatir por el Perú y por su Capital amenazada, alumnos mayormente del colegio Nacional Nuestra Señora de Guadalupe. La historia recuerda la acción como Batalla de Miraflores.

HISTORIA: COLEGIO NACIONAL NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE
Alumnos del Colegio Guadalupe preparándose para defender en la Batalla de Miraflores

José Díaz ocupaba las trincheras como uno de los tantos combatientes que estaban dispuestos a morir antes que permitir el paso a los chilenos. No obstante, la tregua que, merced a la intervención del cuerpo diplomático, quería pactarse –“que no se haga un solo tiro”, ordeno Piérola-, las fuerzas de línea y las reservas que defendían Lima iniciaron el ataque contra los sureños. Eran, aproximadamente, las 2:15 de la tarde.

FINAL DEL VALEROSO CORONEL

Detonaciones estruendosas, balas que silbaban, bombas estallando… Ante la superioridad técnica y numérica de los chilenos, los patriotas empezaron a replegarse. El heroísmo de defensores no conoció límites en muchos, uno de ellos José Díaz. En compañía de tres soldados, arremetió, cuerpo a cuerpo, contra el enemigo. Fue el final del valeroso coronel, que murió, casi de inmediato, despedazado.

Horas más tarde, mientras los invasores incendiaban la población, en el campo ensangrentado sólo fue posible hallar las charreteras y un jirón de la casaca del héroe.

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Cañones, armas de destrucción de la época

La posterioridad no dejó de rendirle homenaje y figura por ello -como desaparecido en la trágica jornada- en la Cripta de los Héroes. Pero esa sola inscripción no basta. Su vida y su epopeya de patriota son casi totalmente desconocidas para nuestra Historia. Y aguardan ser rescatadas.

La patria tiene una deuda impagable con el coronel José Díaz, que supo defenderla, hasta el martirio, en las batallas de Dos de Mayo y Miraflores. Su nombre lo lleva el más emblemático e histórico Estadio Nacional de Perú el Coloso José Díaz.

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Coronel José María Díaz Córdova

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