“El tiempo es solo tardanza de lo que está por venir”, dijo el poeta. No se deja dividir en fracciones, pero el hombre no hace caso e inventa el minuto, el mes, el siglo. Y la noche en que un año muere y otros nacen, entonces empezamos con las viejas costumbres de Año Nuevo.
El 31 de diciembre, por la noche -exactamente, cuando dan las 24 horas- usted celebra, “con alma y vida”, el fin de un año “viejo” y el nacimiento de otro año “nuevo”.
¿Está seguro de por qué lo hace o recuerda de dónde viene esa costumbre? No, no diga que esa celebración tiene un remoto origen religioso. Para lo que se refiere a la Iglesia Católica, el 31 de diciembre es, simplemente el día consagrado a San Silvestre: fue Papa, se ignora la fiesta de su nacimiento, pero se sabe que murió el 31 de diciembre del año 335 de nuestra era.
Sus virtudes fueron grandes, pero no hasta el punto de que “todo el mundo” tire, esa noche, “la casa por la ventana” por ser la Noche de San Silvestre, un romano que en realidad se llamaba Rufino.
¿Verdad que no es ése el motivo de la ruidosa celebración? Usted dirá: “Bueno, termina un año y empieza otro”. Cierto, pero tal como se utilizan hoy las divisiones del tiempo, no es muy antigua la que establece que el año tiene 365 días (y 366 cada cuatro años).
La aplicación del tiempo que tarda la Tierra en girar alrededor del Sol para medir un año es tan arbitraria como cualquier otra; fue consagrada por el uso reemplazando a otros criterios. En otras palabras, se trata de una convención, no respetarla produce tremendos trastornos.
REFLEXIONES SOBRE EL AÑO NUEVO
¿Qué pasaría si en lugar de pagar la cuenta del teléfono o la del gas el día 20 de enero, usted reclama a la compañía respectiva por usar convenciones no elegidas por usted? De manera que sin convenciones, o convencionalismos si usted lo prefiere, no se puede vivir en una sociedad civilizada.
¿Estamos de acuerdo en que usted celebra un momento que bien podría ser otro? Adelante, entonces. De todas formas, ¿qué importa?; ese enigma metafísico ni se entera de que lo dividimos arbitrariamente en horas, meses, años. Pero de algún modo hay que celebrar un periodo que muere y otro que nace, y hay que hacerlo con fe y esperanza: “Buen año y mejor principio”.
En el fondo, el tránsito de las fechas ha sido festejado siempre de la misma manera: antiguamente con ruido de tachos, campanas; luego explosiones de pólvora; hoy, con sirenas, “cañitas voladoras”, cohetes y hasta (desgraciadamente) disparos de armas de fuego que a veces causan víctimas. Que ahora se beba champaña y antes se brindara con hidromiel o leche agria de cabra poco cambia el fondo de la cuestión.
Siempre es el mismo hombre que expresa su confianza en el futuro “enterrado”, como una vestidura vieja y rota que ya no da más, el año que convencionalmente ha terminado, y celebra la llegada de un año nuevo, de un año niño en el que, por serlo, bien “se puede creer”.
VIEJAS COSTUMBRES DE AÑO NUEVO
Los tres higos: El intercambio de regalos con ocasión del Año nuevo es una vieja costumbre que se remonta a muchos siglos, a cuando entre el río Tiber y los montes Apeninos (Italia) vivían los sabinos.
Estos tenían un bosque consagrado a la diosa Strenia, que simbolizaba la fuerza; y los sabinos comenzaron a regalar a su rey -a la entrada del nuevo año- algunas ramas de los árboles de ese bosque (de allí deriva el nombre de “estrena”, que significa regalo o presente que se hace en prueba de felicidad o beneficio recibido).
Con el tiempo, los regalos consistieron en tres higos secos cubiertos por una hoja de laurel (símbolo de la gloria) y ramas de olivo (símbolo de la paz). Los más pudientes regalaban lámparas de barro o de bronce, con una leyenda alusiva al Año Nuevo.
REGALOS FASTUOSOS
Hacia el año 520 antes de Jesucristo se comenzó a edificar en Persia una ciudad que tardaría unos 150 años en terminarse y que se llamaría Persépolis (“ciudad de los persas”). Esta ciudad fue el escenario principal de una gran fiesta de Año Nuevo que se celebró durante mucho tiempo a la entrada de la primavera.
Quien recibía los regalos era el “rey de reyes”, es decir, el monarca, y los portadores eran los representantes de los pueblos sometidos: etíopes, egipcios, escitas, indios, bactrianos, y otros. Llegaban a Persépolis en Año Nuevo, carros, camellos, jirafas, dromedarios, cargados con costosas joyas, alhajas, oro, plata, piedras preciosas y miles de objetos artísticos.
LOS MAHOMETANOS
Los mahometanos de la antigua región asiática conocida como el Turquestán se imponían un ayuno de un mes como preparación para la fiesta de fin de año, y la víspera de esa fecha, silenciosamente, con la mirada en alto, esperaban que apareciese la Luna.
Después hacían abluciones de agua pura y se entregaban a prácticas religiosas. Luego se dirigían al palacio del emir, quien ordenaba distribuirles carne de buey, carnero y vino. Al romper el ayuno, todos se saludaban con gritos de alegría acompañados de redobles de tambores y toque de trompetas.
CURIOSIDADES
En los primeros tiempos de los romanos, el año comenzaba oficialmente en el mes de marzo pues se redundaban todos los trabajos agrícolas y, también, las campañas militares.
El Año Nuevo comenzó en Inglaterra el día primero de enero, a partir del año 1751, es decir hace 269 años. Hasta entonces el año comenzaba el 25 de marzo. Sueca empezó a contar el año desde el primero de enero, en el año de 1754.
Al iniciarse el año 1801 (la noche del 31 de diciembre al 1° de enero), el astrónomo italiano Giuseppe Piazzi descubre, desde el observatorio de Palermo, un asteroide que -al hacerse el catálogo definitivo- recibe el privilegiado número uno y es bautizado con el nombre de Ceres.
AÑO NUEVO, VIDA NUEVA
Muchas personas acostumbran, al iniciar el nuevo año, consultar los horóscopos, hacerse tirar las cartas para saber qué les deparará el porvenir, o echar por la ventana objetos viejos. Creen que así se liberan de maleficios o cosas por el estilo.
Creen que los años bisiestos son distintos de los demás y que traen sucesos desagradables. Creen que quien ríe el primer día del año, reirá todo el año, etc. A propósito… ¿usted es supersticioso?
IMPOSIBLE UTÓPICO
“Es verdad que hemos hechos posibles muchos imposibles, entre ellos detectar las radiaciones provenientes del espacio interestelar, colocar en órbita satélites artificiales, llegar a la Luna, etc, etc… pero nos falta algo de vital importancia, fundamentalmente necesario.
Pese a todos los esfuerzos que han realizado los hombres de buena voluntad no se ha podido desterrar la guerra de nuestro planeta. Parece ser un imposible, un “no puede ser” que nos viene desde remotísimos tiempos. Sin embargo, es posible.
Para que así sea no es menester de ninguna técnica; sólo es necesario ejercitar lealmente, con pasión, sin limitaciones un sentimiento que todos tenemos: EL AMOR.
PARDTREKSKONOCIMIENTO desea a sus queridos lectores un venturoso Año Nuevo y que reine la paz y la alegría en vuestros hogares.
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