En el fútbol hay muchas cosas que antes eran permitidas pero que ahora están terminantemente prohibidas. Una de ellas era la de cambiar al árbitro cuando éstos a criterio de las autoridades de la Federación cumplían mal desempeño.
Tal como ocurrió en el match que el domingo 15 de junio del año 1930 apuraron las escuadras del “Olimpia” de Paraguay y el “Alianza Lima” de Perú. Para dirigir esta competencia que finalizó 3-2 a favor de los bravos guaraníes, fue designado un árbitro italiano apellidado Repetto que tuvo pésimos comportamientos.
A los 20 minutos el árbitro cobró contra de los “íntimos” un penal que se convirtió en gol y que provocó las protestas de los jugadores locales que quisieron abandonar la cancha siendo convencidos por Mario de las Casas que reforzó esa tarde al popular team victoriano, de que esa no era la actitud conveniente.
SOPLAPITOS EXPULSADO DE LA CANCHA
A los 30 minutos el árbitro Repetto expulsó de la cancha al temperamental Julio Quintana Calmet y en vista de las protestas de hinchas y del numeroso público, en el segundo tiempo ingresó a arbitrar el match el soplapitos peruano Domingo Donayre que permitió el reingreso al campo del “loco” Quintana.
Donayre para compensar el penal que se cobró a la defensa blanquiazul en el primer tiempo, castigó con igual pena a la defensa visitante. “Agapito” De las Casas se encargó del disparo respectivo.
Su tiro al arco fue dirigido hacia una esquina, fue magníficamente atajado por el meta Brunetti que impidió así que “Alianza” empatase. Pues cuando el árbitro Donayre castigó la pena máxima ganaba ya “Olimpia” por 3-2, score con que finalizó el partido.
En la actualidad las normas actuales ya están tan claras que difícilmente sea expulsado un árbitro, sin embargo queda una pregunta que hacer: ¿el público tendrá la última palabra sobre la cancha?
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