El nuevo caudillo surgido al caer Leguía, Luis Sánchez Cerro emprendió la revolución de 1930 para ver y participar del cambio de una dictadura por otra encabezando la revolución para derrocar al actual presidente Augusto B. Leguía.
Nació en Piura el 12 de agosto de 1889, su padre fue don Antonio Sánchez y su madre doña Rosa Cerro de Sánchez. Aunque los Cerro, dice el doctor Basadre, son de una familia distinguida del departamento, el honrado hogar del futuro Presidente pertenecía a la clase media.
Siguió sus estudios primarios y secundarios en el colegio de San Miguel en su ciudad natal. En febrero de 1906 viajo a Lima para ingresar a la Escuela Militar, perteneció a la décima promoción egresada el 10 de febrero de 1910.
Ascendido a Teniente y participó decididamente en la revolución militar que depuso al presidente Billinghurst, el 4 de febrero de 1914. En aquella trifulca recibió cinco heridas de las cuales, una le originó la pérdida de dos de sus dedos de la mano derecha. Fue promovido a Capitán y enviado a Estados Unidos en calidad de Adjunto Militar entre los años 1914 a 1916.
Con los galones de Sargento Mayor, en 1918 estuvo prestando servicio en Arequipa, Sicuani y Cusco, estando en esta última ciudad efectuó un pronunciamiento contra el gobierno del señor Leguía el 21 de agosto de 1922, pero fue debelado sin dificultad.
SÁNCHEZ CERRO EN PRISIÓN
A consecuencia de aquella acción, sufrió prisión en la isla de Taquila y luego en la isla San Lorenzo, conoció así los dos más importantes centros de reclusión para los presos políticos erigidos por el régimen leguisista. Quedó separado del servicio, al salir de la prisión, pasó por grandes dificultades, en 1925 reingresó al servicio como ayudante del Ministerio de Guerra.
Se le nombró jefe de batallón de Zapadores N° 4, que se había sublevado en Pampas (Cusco), marcho sólo hasta aquel lugar, donde tomó el mando de la unidad sublevada.
Dentro de su labor en el cargo viajó luego a Europa, como resultado de estos viajes, Sánchez Cerro llegó a tener buen conocimiento del idioma francés y algo de italiano, el inglés lo aprendido durante su etapa en Estados Unidos. En febrero de 1930 fue ascendido a Teniente Coronel, ejerciendo el cargo de Jefe del Batallón de Zapadores N° 3 del Arequipa.
LA REVOLUCIÓN DE UN CAUDILLO
En la mañana del 22 de agosto de 1930 los cuerpos de la guarnición de Arequipa salieron a realizar sus ejercicios habituales. Los jefes participantes en la conspiración que dirigió el comandante Sánchez Cerro, estos se reunieron en un lugar en las afueras de la ciudad llamada La Ollería, cerca de un cerro, entre el cementerio y el pueblo de Socabaya. Una vez formados allí, el regimiento de Zapadores N° 3 y los cuerpos de infantería N° 5 y 7, dice el Dr. Basadre, enviaron un delegado a Tingo a fin de dar al cuerpo de artillería de montaña el aviso de la sublevación.
Inmediatamente esta unidad se plegó al pronunciamiento y con sus piezas de artillería, tomó posiciones estratégicas, más tarde las tropas sublevadas avanzaron sobre la ciudad de la cual se posesionaron sin resistencia, salvo el cuartel de la guardia civil. El pueblo confraternizó con los soldados, así comenzó un nuevo capítulo de la Historia del Perú que culminó con el derrocamiento del régimen del señor Leguía.
En la época en que fue ayudante de Alfredo Piedra, Ministro de Guerra de Leguía, cuando un familiar suyo le anunció que alguna vez sería el mismo Ministro, repuso: “Seré Presidente del Perú”. Carlos Miró Quesada Laos en su obra “Sánchez Cerro y su tiempo” relata lo que narro José Manuel García Bedoya sobre lo que pasó una vez en la época en que conspiraban este personaje y el joven militar: “Al encontrarse hablaron largamente del movimiento que estaban preparando. Sánchez Cerro, con su fe habitual, le aseguro que el triunfo era indudable.
SÁNCHEZ CERRO: “EL PRESIDENTE SERÉ YO”
¿Y bien, preguntó don José Manuel, cuando triunfe esta revolución, quién será el Presidente? Propuso enseguida varios nombres que fueron descartados por el joven militar. El Presidente seré yo -dijo Sánchez Cerro- dando terminó la entrevista ante la estupefacción de don José Manuel”.
El 22 de agosto de 1930 la revolución militar de Sánchez Cerro puso terminó el oncenio de Leguía y súbitamente se convirtió en caudillo popular. Como para afirmar su supremacía, el caudillo de la sublevación dio, el mismo 22 de agosto, un decreto suscribiéndolo como Comandante en Jefe del Ejército del Sur y Jefe del Gobierno.
Y como Jefe Supremo Militar y Político, expidió en igual fecha otro decreto para nombrar “Secretarios de esta Jefatura”. La primera Junta de Gobierno que presidió en Lima fue recibida con beneplácito por la opinión pública.
No hubo problemas para el reconocimiento diplomático, la Junta de Gobierno por un Estatuto expedido en el Decreto Ley N° 6874 de 2 de septiembre de 1930, asumió las atribuciones constitucionales de los poderes Ejecutivo y Legislativo y otorgó a su jefe la categoría de Presidente de la República y Presidente del Consejo de Ministros.
SÁNCHEZ CERRO “SANCIONAREMOS EJEMPLARMENTE LOS DELITOS”
Al ser depuesto el Presidente Leguía, fue recluido en la Penitenciaría y murió sin recuperar su libertad en 1932. En el manifiesto de Sánchez Cerro firmado en Arequipa fueron consignadas en la siguiente frase:
“Haremos de la honradez culto nacional; por eso perseguimos sin dar tregua, hasta en sus últimos refugios, a la banda de rapaces que, enseñoreada hoy en la administración pública, ha amasado y amasa fortunas a costa del erario, obligando a devolver los dineros detentados y sancionando ejemplarmente los delitos. Acabaremos para siempre con los peculados, las concesiones exclusivistas, las malversaciones y la rapiñas encubiertas…”.
CREÓ UN TRIBUNAL DE SANCIÓN NACIONAL
La Junta de Gobierno hizo grandes cambios y transformaciones, trato de moralizar y normalizar la vida institucional y económica, y afrontó hondos problemas sociales y políticos. La Junta de Gobierno presidida por Sánchez Cerro convocó primero a una Asamblea Constituyente que debía elegir un Presidente Provisorio y dar la nueva Carta Fundamental del país.
La decisión del jefe de la Junta de Gobierno de ser, al mismo tiempo, candidato presidencial, provocó intensa oposición. En el manifiesto de Arequipa había prometido convocar elecciones generales dando para ello amplias garantías.
Sánchez Cerro dimitió ante la Asamblea, renunció a la presidencia de la Junta de Gobierno y al retirarse por su propia voluntad del Palacio de Gobierno, quedó con su popularidad intacta o incrementada. Hubo manifestaciones de la multitud a su favor frente al hotel Bolívar y en su nuevo domicilio hasta que viajó a Europa.
REQUERIDO PARA POSTULARSE A LA PRESIDENCIA
Era el 1 de marzo de 1931, cuando fue requerido para que postulase a la candidatura presidencial. Don David Samanes Ocampo viajo de Arequipa a Lima para presidir desde el 11 de marzo del referido año 1931 la Junta Nacional de Gobierno, juró «Cumplir y hacer cumplir las leyes». Durante el breve y fecundo periodo de la Junta Nacional de Gobierno hubo reformas y se dio el ejemplar Estatuto Electoral que reglamento los comicios de 1931.
Sánchez Cerro regreso al Perú el 3 de julio del mismo año, fue recibido apoteósicamente por el pueblo, favorecido por el voto secreto y obligatorio de la ciudadanía el día 11 de octubre, asumió el poder como Presidente Constitucional el 8 de diciembre.
El APRA no admitió su triunfo e inició una intransigente oposición en el Congreso y en las calles, un fanático disparó en la iglesia de Miraflores contra el Presidente el 6 de marzo de 1932, y lo puso al borde de la muerte al atravesarle un pulmón.
La captura del puerto fluvial de Leticia (el 1 de septiembre) por Colombia comprometió al país en un conflicto, y otro fanático asesinó al General Sánchez Cerro el 30 de abril de 1933. Capturan al asesino y cubre con un velo de misterio hasta la fecha las razones de su accionar y quienes más estuvieron involucrados.
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