Los nórdicos miran con cierto desprecio la siesta. Piensan que su práctica es exclusiva de la gente de pueblos subdesarrollados, una especie de culto a la ociosidad. Pero la siesta es algo más. Es casi una necesidad para el cuerpo humano, un factor revitalizante, según coincidieron en señalar científicos que por años han estudiado el “fenómeno siesta”.
Ellos recomiendan a la gente -no sólo de países tropicales y calurosos, sino de todos los climas y regiones- echar una siestecita… todos los días después del almuerzo.
Claro está que el ritmo de la vida moderna, el “trabajo corrido”, la lonchera, las distancias entre la casa y el trabajo complotan contra la práctica de este viejo y saludable hábito.
Especialistas norteamericanos que hicieron estudios sobre biorritmo, también se pronuncian a favor de este sueñito diurno.
Esta comprobado en forma definitiva que entre adultos hay una tendencia fisiológica a dormir tras el mediodía, tal vez para evitar la culminación del ascenso del Sol.
En sociedades altamente industrializadas y super activa como la norteamericana, esta conclusión causó cierto impacto.
LUEGO DE LA SIESTA NOS SENTIMOS RENOVADOS
Los japoneses han adoptado dentro de sus empresas el horario de sueño reparador, consideran que desde que se descansa el desempeño de los empleados ha mejorado.
Una empresa inmobiliaria implementó hace dos años el sistema que permite dormir entre 15 y 20 minutos si tienen sueño. Los trabajadores tienen la oportunidad de dormir en sus escritorios o en una sala acondicionada en beneficio de una mejor producción.
Hasta hace poco, eran escasos los estudios sobre la siesta, pero tras algunos estudios ahora se resalta la importancia a esa costumbre de echar un sueñito después del almuerzo. Los numerosos trabajos aparecidos en diarios y revistas, así lo atestiguan.
El estudio se hizo a partir de la observación de pacientes que se dejaban dormir según el propio ritmo, lejos de cualquier imposición por reloj, o de cualquier evidencia de que estamos de día o de noche en ese momento. Se descubrió que, término medio, los pacientes hacían una siesta cerca del mediodía.
ALGO MÁS QUE UNA DELICIOSA COSTUMBRE
Según investigadores, una persona que haya dormido desde la medianoche hasta las 6 de la mañana, posiblemente sienta sueños a partir de las 15 horas, en la tarde.
La siesta forma parte del ciclo natural del sueño humano. Sería un agregado diurno al sueño más extenso nocturno. Lo que es práctica habitual de mucha gente y se convierte ahora en algo que aconsejan los científicos.
Aunque sea breve la siesta, no sólo es reparadora, sino que incrementa las capacidades vitales, físicas y mentales. Y, además, es muy agradable. ¿No es cierto?
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