JUANA ALARCO DE DAMMERT LA ABUELITA DE LOS NIÑOS

JUANA ALARCO DE DAMMERT LA ABUELITA DE LOS NIÑOS

Es un honor para nosotros hacer resaltar el mérito de la mujer peruana, y en ocasión de celebrarse el Día de la Madre, recordaremos aquella admirable mujer que consagró su vida a la niñez desvalida y que fuera precursora en el Perú, de la asistencia social a la niñez: nos referimos a la señora Juana Alarco de Dammert.

Esta distinguida educadora nació en la ciudad de Lima el 27 de mayo de 1842, época que estuvo marcada por todos los desórdenes que a diario acompañaban a los conflictos internacionales y las guerras civiles.

En este ambiente de caos y anarquía transcurre la niñez de Juana Alarco, cuyos tiernos años conocen además de los cantos maternales el estampido de los cañones y el silbar de las balas.

En el año de 1860 muere la madre de doña Juana, y cuatro días después de su muerte, la vieja casa de los Alarco recibe otro triste golpe: Manuel, el hermano mayor que ha muerto en una revuelta liberal.

En el ambiente dramático de su niñez y adolescencia, Juana Alarco ha conocido el esplendor y la miseria, el odio y el amor, el regocijo y la congoja.

La lucha, que estuvo cerca de ella cuando nació, fue desde entonces su inseparable compañera.

En la primavera de 1861, Juana Alarco une su destino a Juan Luis Dammert, joven alemán que pertenecía a una antigua familia de Hamburgo, con tradiciones filantrópicas, como los Alarco.

SU PASIÓN DE JUANA ALARCO HACIA LOS NIÑOS

Una pasión comienza a dominar la vida de la joven madre: el amor a la niñez a través de sus propios azorados hijos.

En Francia conoce la ley de Roussel de protección a la infancia y visita las cunas maternales después de leer la obra de Fermín Marbeau que trata sobre ellos.

Una amarga noticia viene a ensombrecer su alma: la declaratoria de guerra de Chile al Perú y la mala administración de su fortuna la motiva a regresar al Perú en 1886.

Estalla la guerra civil y las montoneras del caudillo Piérola se alzan contra el Gobierno del Presidente Cáceres, dejando los heridos y muertos de la sangrienta acción amontonados en las calles de Lima.

En esos momentos inicia la obra de servicio social de la mujer con el nombre de “Sociedad Auxiliadora”, cuando ya sus cabellos recibían los primeros resplandores de plata.

JUANA ALARCO DE DAMMERT LA ABUELITA DE LOS NIÑOS

En 1896, desaparecido todo vestigio de  lucha, doña Juana ve llegado el momento de realizar la más cara de sus ambiciones, que se ha convertido ya en obsesión: proteger a los niños pobres y desvalidos.

La escuela maternal se fundó el 21 de junio de 1897 y comenzó a funcionar el día de San Luis, patrón de la infancia.

Lo que aportara la sociedad limeña fue insuficiente y en tales circunstancias la luchadora y matrona, se ve obligada a organizar una kermesse para recaudar fondos que le permitan llevar adelante tan importante obra.

En su insistencia triunfa, y con el dinero reunido por las socias fundadoras y el donativo de personas generosas, se logra fundar la primera Escuela Materna, que alberga cincuenta niños, los que sólo cuentan de tres a siete años de edad.

JUANA ALARCO UNA MUJER DE INCANSABLES METAS

El dinamismo no desfallece a pesar de sus 60 años y es como se ve colmada su ambición al funcionar la “Cuna Maternal” el 30 de agosto de 1902, con 49 en lactantes.

Desde esa fecha, la cuna de los Naranjos, más que un simple local para niños, se transforma en un campo de experimento en el que se aplican métodos nuevos de ideas avanzadas al medio.

Siguiendo el camino del éxito, la insigne fundadora contrata enfermeras de la Cruz Roja de Berlín, para la atención de los Enfermitos de la Cuna, e instala en el balneario de chorrillos una “Escuela Climática”.

Uno de los grandes problemas de doña Juana fue convencer a la sociedad para que aceptase la admisión de criaturas, cuyos padres no podían presentar los documentos legales que exigía el reglamento.

Influenciada por sus nobles ideales, la sociedad acepta la reforma de costumbres favoreciendo de ese modo, a un mayor número de niños.

En 1908 se inaugura el primer Jardín Infantil con 65 niños, y mediante una subvención del Congreso se establece la primera Gota de Leche, para aliviar la situación de millares de niños.

En sus memorias de 1923-1924, la precursora escribe renglones de optimismo y satisfacción de hacer notar el entusiasmo que reina en las esferas sociales para la labor encaminada al bienestar de la infancia y dedica frases de agradecimiento como: veintiocho años que las mismas manos han sostenido la obra que forjaron.

JUANA ALARCO DE DAMMERT LA ABUELITA DE LOS NIÑOS

CONDECORACIÓN A SU LABOR Y TRABAJO SOLIDARIO

Nuestra vieja presidenta aún maneja el timón de su barca, el sol va declinando ante sus ojos, más para su ideal no tendrá ocaso.

Lentamente, el árbol que sembró se ha hecho robusto, engrosando en sus ramas abiertas de brotes, y ampliando el radio de su protectora sombra a casi todos los niños pobres.

Su ciudad, ya en el ocaso de su fructífera vida, comienza a honrarla con testimonios de admiración y agradecimiento, el Presidente de la República le entrega la condecoración de la Orden del Sol, la más alta del Perú.

JUANA ALARCO DE DAMMERT LA ABUELITA DE LOS NIÑOS

Pero la satisfacción más grande de la dulce viejecita es la de saber que “sus niños”, convertidos en mujeres y hombres útiles a la sociedad, pueden afrontar la vida, adaptados a todos los medios de la civilización moderna.

Por eso, días antes de emprender el viaje sin retorno, el 2 de agosto de 1932 al cumplir 90 años de edad, pudo exclamar con satisfacción: “Hemos salvado para la patria algunos miles de ciudadanos y madres de familia”.

En nuestra patria se evoca con cariñoso respeto a la augusta figura enlutada de la venerable anciana, “La abuelita de los niños peruanos”.

JUANA ALARCO DE DAMMERT LA ABUELITA DE LOS NIÑOS
Parque Juana Alarco de Dammert – (Espalda del Museo Italiano – Centro de Lima)

Todos los años en el mes de mayo, conmemorando el nacimiento de Juana Alarco, representantes del gobierno como el alcalde de Lima, bomberos y también alumnos de algunos colegios emblemáticos que llevan su nombre presentan sus respetos, brindando muestras de cariño y afecto con flores a tan ilustre señora.

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