Cuarenta años antes de la llegada de San Martín a las costas del Perú, entero se encendió en una llamarada de libertad y justicia. Más de cien mil indios se levantaron en armas contra la opresión española. Al frente de ellos, marchó el Cacique de Tungasuca, Túpac Amaru primer precursor de América y gran referente para los que lo siguieron en los demás países del continente.
Entre los padres de la patria, pocos se miden como él, en heroísmo y valor. Con pocos fue tan cruel la tiranía virreinal de España.
José Gabriel Condorcanqui ha pasado a la historia con el nombre de guerra de Túpac Amaru. En quechua significa “Serpiente Centellante”: la Serpiente Centellante de la Justicia, que quiso imponer justicia.
Los indios habían sido oprimidos y diezmados durante más de tres siglos de ocupación colonial. No quedaban muchos. Y esos pocos oprimidos debían sostener con su trabajo y sus tributos todo el imperio colonial.
Desde lejanos pueblos, se les arrastraba a las minas. En ellas tenían que prestar el servicio obligatorio de la mita. Esta, que debía ser temporal, se convertía en la práctica en una condena a muerte. Pocos volvían de las minas. En los obrajes, centros de trabajo forzado, los indios no corrían mejor suerte.
TIRANÍA ESPAÑOLA EN SU MÁS ALTA EXPRESIÓN
Así llegaron al siglo XVIII. No podía rendir más. Pero el rey de España, siempre falto de dinero, reclamaba más oro y plata del Perú. O sea, de los indios. Para imponer mayores impuestos o tributos, llegó de Madrid el visitador real, José Antonio de Areche. En todas partes estallaron las protestas contra estos nuevos abusos.
En Cusco, La Paz, Arequipa, Tacna, Cochabamba y otras ciudades, la gente reclamaba y querían levantarse. Entonces surgió la figura inmensa de Túpac Amaru.
José Gabriel Condorcanqui tenía 40 años en 1780. El sábado 4 de noviembre de ese año asistió a una comida que ofrecía el cura de Yanaoca -un pueblo cerca de Tinta, entre Cusco y Puno- en honor del rey Carlos III. El invitado principal era el corregidor -así se llamaban entonces las autoridades en los pueblos- de Tinta, Antonio de Arriaga.
Arriaga comió y conversó hasta las cuatro de la tarde. Luego se retiró a Tinta, a despachar el correo. El cacique Condorcanqui le ofreció compañía. En el camino, sus indios apresaron al español. Le llevaron a Tungasuca, en silla de mujer.
PRINCIPIO DE UNA SUBLEVACIÓN
Allí, Túpac Amaru mandó ahorcar a Arriaga. Montado en un caballo blanco, vestido de terciopelo negro y con espada militar, presenció la ejecución.
Luego, hablando en quechua y español, declaró abolidos la mita de las minas y los impuestos. Poco después, mientras la rebelión se extendía por la sierra como un incendio de pastizales, Túpac Amaru dictó otro bando, ordenando la libertar de los esclavos, como lo repetiría muchos años más tarde San Martín en 1821 y Ramón Castilla en 1854.
Túpac Amaru avanzó hacia el Cusco y lo sitió, al tiempo que los criollos preparaban la defensa y el virrey Agustín de Jaúregui enviaba tropas de refuerzo desde Lima. La sublevación se había extendido ya a Puno y Bolivia. Allí, los hermanos Catari iniciaron brava lucha. Pero los indios no tuvieron tiempo de coordinar un gran movimiento. Las fuerzas del rebelde carecían de disciplina y armas de fuego. Tuvo que retirarse del Cusco.
DERROTA DE TÚPAC AMARU
Después de varios éxitos iniciales, como la victoria de Sangarará, que no aprovechó, Túpac Amaru fue derrotado en Tinta, cuando comandaba sesenta mil indios.
Apresado con sus familiares, el cacique fue sometido al más bárbaro de los tormentos. El 15 de mayo de 1781 el feroz Areche le mando matar. Su esposa, Micaela Bastidas, su hijo, Hipólito, su tío y sus fieles capitanes, fueron también torturados y muertos. A Micaela le cortaron la lengua y la ahorcaron, acabándola a golpes y patadas.
José Gabriel presenció todas las crueldades de Areche antes que llegase su propio fin. El verdugo le cortó la lengua y ataron sus cuatro miembros a las cinchas de cuatro caballos, para descuartizarle. Pero no pudieron: el indio era de hierro y quedó entero en el aire “como una araña”, dice un testigo.
El 18 de mayo de 1781 a una orden de Areche, le corazón la cabeza y luego le despedazaron. Como si el cielo llorase por el Inca, llovió a torrentes mientras le mataban.
JOSÉ GABRIEL EN SU VIDA DE JUVENTUD
El hombre que así dio la vida por librar a los indios de sus verdugos, había sido rico y respetado. Nació en Surimana, el 19 de marzo de 1738, estudio en el Colegio de Caciques de Cusco y en la Universidad de San Marcos en Lima. Casado a los 20 años, José Gabriel, o “Chepe”, como le llamaba Micaela, tuvo tres hijos varones.
Trabajaba como arriero, transportando mercancías, y llegó a tener unas 350 mulas. Vivía con lujo y trataba siempre de imponer con sus maneras de caballero, su vestir elegante, pomposo y la dignidad de su actitud, el orgullo de ser un noble indio. Los españoles le admiraban.
Túpac Amaru medía más o menos un metro sesenta. Era delgado, de nariz aguileña, ojos vivos y negros, grandes. Hablaba con perfección el español y con gracia el quechua. En el Cusco vestía de terciopelo negro con medias de seda, hebillas de plata en el calzado y costosos adornos. Usaba el pelo largo y enrizado hasta la cintura.
Su famoso sombrero de castor español valía una fortuna: 25 pesos. Algunas veces, usaba sombrero de tres picos emplumado.
El heroísmo de Túpac Amaru y la crueldad de los españoles, que llegó hasta el punto de desterrar a Europa a los hijos menores de Túpac Amaru, conmovieron al Virreinato y a toda América. Aunque la opresión fue peor que nunca, y los rebeldes fueron exterminados a sangre y fuego, todo eso no consiguió sino acercar el fin y hacerlo deseable.
INFLUENCIA PARA LA DESCOMPOSICIÓN DEL RÉGIMEN COLONIAL
Túpac Amaru y a su justa rebeldía quedo como el principal portavoz o representante por la independencia de las colonias en América en general, generando un viraje en la formación social y en la mentalidad hispanoamericana.
España no ignoraría del todo el estado en que se hallaban sus colonias, aunque tarde, la rebelión de Túpac Amaru llego para quedarse y fue para los españoles el toque de atención que le abrió los ojos sobre el peligro que amenazaba a todas sus posesiones en ultramar.
A consecuencia de ello muchas colonias presentaron cambios en la estructura social, la gran llamada “Independencia”.
En Perú, cuarenta años después del martirio de Túpac Amaru, en su capital Lima se entonó por primera vez el Himno Nacional “Somos Libres”, llegando así la ansiada independencia mientras el general José de San Martín, aplaudía la ahora llamada canción de la patria.
Pardtrekskonocimiento con este articulo intenta dar una imagen más amplia sobre Túpac Amaru, tarea que mucho tiene que ver con la unidad de la patria y en definitiva con la íntima reconciliación de todos los peruanos.
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