VIEJO PUENTE DE PIEDRA MONTESCLAROS MALHERIDO

A espaldas del Palacio de Gobierno, irónicamente desamparado cerca de la Estación que lleva el mismo nombre, ligando la Casa de Pizarro con el barrio populoso del Rímac, por encima del “Rio que Canta” y que destruye, ahí está el Puente de Piedra de Lima malherido de muerte y en peligro de desaparecer.

VIEJO PUENTE DE PIEDRA MONTESCLAROS MALHERIDO

La ciudad de Lima -la auténtica, la histórica- se muere un poco más todos los días. Décadas atrás sus casonas derribadas por el falso progreso. Hoy se les deja caer solas, sin arreglo alguno bajo la hipócrita sentencia de no tocar por ser patrimonio histórico. El arrebato modernista la condena a un rostro anónimo sin pasado y sin futuro, en nombre de una civilización desordenada y barbárica.

Hay un rio que separa un barrio de otro y un puente que une ese divorcio de la naturaleza. Si el impacto de las aguas durante algunas épocas del año erosiona los cimientos de piedra del puente, más profundamente agresiva es la indiferencia de los habitantes de esta Lima herida y maltrecha, que se desentiende del pasado para dibujar malamente un boceto nuevo de la ciudad, sin gracia y sin estilo.

Cuando Lima recién fundada comenzó a crecer más allá del cuadrilátero de la Plaza de Armas, se advirtió la necesidad de acceder a la otra orilla del Rímac que llegaba en avenidas caudalosas en la época de lluvias, aislando a los habitantes de la gran aldea.

VIEJO PUENTE DE PIEDRA MONTESCLAROS MALHERIDO
Plano de la ciudad de Lima – 1862

Advirtió de esta necesidad, el Cabildo -supremo órgano deliberante- decidió en 1549 (hace de esto 474 años). Construir un puente que uniera ambas márgenes del río. Entre dimes y diretes, el proyecto durmió el sueño de los justos, pese a que el Maestro Delgado, un afanoso constructor de la época remató la obra a su favor en la cantidad de doce mil pesos.

PUENTE DE SOGA

Algún tiempo más tarde, urgidos por el reclamo de los peatones, se tendió un puente provisional “de soga, como los nativos los hacían y tenían hecha en esta tierra”. Este pintoresco puente colgante fue hecho de bejuco, tejido y torcido a mano. Tamaña tarea resultó inútil.

Un buen día llegó la crecida, se encresparon las aguas cantarinas y el puente fue arrancado con violencia, para desaparecer sepultado por el río.

Se sucedieron entonces “trazas” nombre que se daba en la época a los proyectos, que si de ladrillo, que si de cantería… La verdad, ninguno se llevó a la práctica hasta 1554 en que se tiende uno de madera “de horcones hincados en el suelo”. Se le llamo “puente de palo” y cuentan los cronistas que era tan angosto que “no podía pasar sino uno solo y con sus pies”. Ay de aquel que quisiera arrear sus animales por tan precario pasaje.

PUENTE DE PALO

Insolente y celoso, el rio Rímac le causó cuantiosos daños hasta que, minado en sus soportes, el puente se cayó estrepitosamente. De nuevo Lima se aislaba de la orilla vecina. Por ese entonces (estábamos en 1556), llegó al Perú el Virrey Andrés Hurtado de Mendoza. De inmediato recibió la herencia de sus antecesores y la urgente necesidad de solicitar otras “trazas”. Así se hizo y ganó en buena lid, un proyecto que presentaba ocho “ojos” y lucia muy lindo.

VIEJO PUENTE DE PIEDRA MONTESCLAROS MALHERIDO

En octubre de 1560 tras mucho esfuerzo e impaciencia, se terminó la obra. El puente era de piedra y de ladrillo. Parecía sólido y el problema se creyó resuelto.

Claro está, el Rímac le jugó otra mala pasada. Sus aguas desordenadas se negaron a pasar mansamente por debajo de cada uno de los ojos o arcos, en forma repartida y disciplinada. No señor. El Rímac se volcó furioso por uno solo de ellos, lo cual, a más de los dolores de cabeza consiguientes, hizo pensar en la inmediata canalización del río.

El alarife de la ciudad, Maestro Alonso Beltrán, fue encargado de realizar la obra complementaria. Hizo el tajamar o canalización desde la punta del Cerro San Cristóbal para recoger el río y obtener así que transitara en armonía por donde Dios mandara y no a tontas y locas.

VIEJO PUENTE DE PIEDRA MONTESCLAROS MALHERIDO
Tamajares sobre el río Rímac a la altura del puente Balta

PUENTE DE PIEDRA MONTESCLAROS

Las aguas del mes de marzo de 1607 fueron de tal naturaleza que produjeron el derrumbe del puente. No por ello cundió el desaliento. Don Juan de Mendoza y Luna, Virrey de Lima, Marqués de Montesclaros, expidió un auto el 9 de marzo de 1608. Recayó el encargo de la construcción en el “Maestro de Reales Fábricas”, Juan del Corral.

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Este “oficial muy famoso en hacer puentes”, presentó una “traza” de ocho arcos de ladrillo y cal, seis pilares en el río y dos a los lados. Prometió hacer la obra con “buena mezcla” y sin la leyenda del empleo de “claras de huevo” para lograr solidez en la argamasa, como erróneamente se sostenía.

VIEJO PUENTE DE PIEDRA MONTESCLAROS MALHERIDO
Archivo: Servais Thissen

Así, aprobado el proyecto, la obra comenzó para ser terminada en 1610, luciendo airosamente sus “puntas de diamante” y “redondeados pilares”. El Maestro Juan del Corral cobró una buena suma (185.744 pesos corrientes) y el costo total del puente alcanzó a los 700.000 pesos. Juan del Corral sólo pudo contemplar el “Puente de Piedra”, terminado, durante dos años posteriores a su inauguración, puesto que murió en enero de 1612, año en que, tal vez dolido por la desaparición de su hacedor, el puente se rajó en uno de sus arcos.

VIEJO PUENTE DE PIEDRA MONTESCLAROS MALHERIDO

“Era muy común para los ciudadanos de Lima acudir los domingos y días festivos a los lugares de esparcimiento y recreación. En la Alameda Nueva o de Acho (mandada a construir por el virrey Manuel Amat en 1773) se vislumbra la tertulia de hombres y mujeres. El caudal ancho del río en esta parte de la ciudad con presencia de la arboleda y abundante vegetación. La vestimenta de los varones con pantalón largo y saco de cola mientras que las damas están ataviadas del clásico atuendo de las tapadas.”

EROSIÓN DE LAS AGUAS CAUSAN GRIETAS EN ARCOS Y PILARES

“Nuestro antiguo puente de piedra -dice don José de la Riva Agüero- no era un prodigio. Era, como su nombre lo dice, de material resistente en todas sus partes, a pesar de las avenidas. Tenía línea, perfil histórico e hidalgo, le daba aire y prestancia al panorama de la ciudad”.

Esa prestancia, ese perfil histórico e hidalgo que conserva nuestro puente más antiguo, están amenazados como lo están en general los últimos vestigios y los mejores, de un pasado que pareciera avergonzar en vez de constituir orgullo.

VIEJO PUENTE DE PIEDRA MONTESCLAROS MALHERIDO
Año 1900. Autores: Courret Hermanos (Lima)

En nombre del progreso, la ciudad ha tendido otros puentes “funcionales” como en los casos de “Santa Rosa” y “Ricardo Palma”. Obras costosas que rompen justamente el perfil histórico e hidalgo al que se refería don José de la Riva Agüero. Puentes con una curvatura tan elevada que cualquiera creería que en las aguas del Rímac navegan buques de mucho calado o de elevados mástiles.

Por más noble que fuera la obra de Juan del Corral, el tiempo y las aguas no perdonan y es por ello que hoy el Puente de Piedra sufre en sus cimientos, en sus arcos, en su estructura misma. Es por ello igualmente que reclama cuidado y reparación inmediata, antes de que, como en siglos anteriores, un buen día se derrumbe y en su lugar, se decida tender alguna monstruosidad sin sentido, dándole así un golpe de muerte a las pocas y últimas cosas bellas que nos van quedando.

VIEJO PUENTE DE PIEDRA MONTESCLAROS MALHERIDO

PUENTE EN RIESGO POR EL PASO DEL TIEMPO

Lima no será ya la ciudad señorial con rincones de encanto y atractivos de historia, sino una desdibujada urbe trepidante, sin pies ni cabeza, con moldes de cemento, vidrio y aluminio, tan impersonal como cualquiera de las ciudades “modernas”, hechas en serie.

VIEJO PUENTE DE PIEDRA MONTESCLAROS MALHERIDO

Salvar el Puente de Piedra no es un reclamo sentimental ni una beatería por conservar lo viejo. Salvar el Puente de Piedra es demostrar respeto por el pasado, tal como lo hacen los pueblos más civilizados de la tierra y que en el nuestro no se practica, simplemente porque la noble piedra no brilla tanto como el asfalto y porque en el Perú, destruir la historia se ha convertido en guía y norte de los sabios “urbanizadores”. Eso tiene otro nombre, se llama, simple y llanamente, vandalismo.

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