El Parque Universitario ha cambiado de cara y pasando por varias transformaciones, que cualquier habitante de esta extraña Lima que no haya pasado en los últimos tiempos cerca de él, podría sorprenderse hasta el borde del ataque cardíaco al ver su aspecto.
No es para menos, el Parque Universitario inicialmente no era sino un cuadrado vacío donde se peleaban por el espacio los vendedores de lentes, helados y fritangas, junto a los ajedrecistas, lustrabotas, charlatanes y los infaltables cómicos ambulantes.
Hoy es un prisionero cercado por una larga hilera de fierros y ha sido parcelado por la ciudad. La alta torre central del parque que asemeja un dedo gigantesco señalando el cielo, y el verde de las plantas hace poco extrañas el suelo del lugar; han crecido desafiando el aire contaminado del centro de la ciudad.
Todo esto está muy bien. Sin embargo, el caso de este histórico lugar, aún enrejado; ¿señalaría la extinción de los parques abiertos?, en una ciudad que cada día tiene menos lugares de reposo. Y, ésta que siempre ha sido la misión de parques y plazuelas.
¿Señal de que los tiempos cambian y que una ciudad en medio de la anarquía de la superpoblación acude a recursos extremos para conservar su buen aspecto?
Así es, aparentemente. En la mayoría de las grandes ciudades del mundo casi no existen Parques abiertos. La tendencia general ante la migración de gente a las ciudades, es la de cerrar los parques para conservarlos tal como son. El hombre sigue siendo el animal más destructor que la naturaleza ha creado.
COLONIA ALEMANA OBSEQUIÓ A ESTE PRISIONERO LA TORRE DEL RELOJ
El tiempo y la superpoblación fueron deteriorando el Parque Universitario. Por ejemplo, el reloj central, inaugurado en 1921, al celebrarse el Primer Centenario de la Independencia Nacional. Fue una de las primeras víctimas.
Una especie de arterioesclerosis atacó su viejo mecanismo y el aparato dejó de entonar adecuadamente el himno, que se dejaba escuchar a las doce del día y a la medianoche. Después fue la masiva invasión de vendedores ambulantes con sus carretillas y triciclos la que obligó a buscar la solución desesperada: el enrejado total.
Esas rejas que alejan al paseante de los bancos de los parques, mantienen prisioneros los únicos lugares abiertos de Lima. El paseante, ante ellas como ante las vitrinas de los grandes almacenes, pega la cara a las rejas y mira las bancas como a los televisores de colores y los automóviles importados, siendo los lindos felinos o gatos callejeros los vecinos más recurrentes al poder estar a sus anchas entre un entrar y salir a su libre conveniencia.
Ya se ha perdido la cuenta de cuantos de estos lindos mininos se pasean, juegan, esconden y cazan en este parque de larga tradición e historia.
Es innegable que este parque ha superado el esplendor que tuvo hace más de 100 años, cuando fue inaugurado. Sin embargo, alrededor del mismo, en las aceras, siguen los criollos émulos de capa blanca entre peones y jaques al rey.
Mientras, un poco más allá, los lustrabotas y venta de aguas frescas de naranja se pegan a las rejas del parque ofreciendo sus servicios, entre el tronar de los carros que pasan.
Al lado, la pequeñísima plazoleta Sebastián Lorente, es la imagen del anterior universitario. La cara antigua y el reverso de la medalla: dementes sueltos, vivanderas en plena faena gastronómica y libreros ambulantes con el último de los “Best Seller” o examen pre-resuelto de alguna prestigiosa universidad.
TESTIGO MUDO DE EPISODIOS Y REVUELTAS
Por otro lado, el parque Universitario también ha sido siempre escenario de revueltas callejeras y de marchas de protesta de pintorescos y variados motivos. Su historia esta jalonada por los más azarosos episodios de la historia republicana en los últimos tiempos.
Símbolo y muestrario de una ciudad siempre en conflicto, en los pasados años había sido propiedad de centenares de vendedores ambulantes que hicieron del lugar, su coto de caza.
Finalmente es nuestro histórico y reluciente parque, prisionero cercado de la ciudad y con una larga torre central a manera de una lanza donde el viejo reloj musical entona de cuando en cuando nuestro himno nacional a los cuatro vientos.
¿QUÉ SE ENCUENTRA EN EL PARQUE UNIVERSITARIO?
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