La Cama como el mueble más antiguo también sirve para dormir

La invención de la cama no se le puede atribuir a una sola persona o a una sola civilización, ha sido la evolución y mejoras a través del tiempo. La cama como el mueble más antiguo es un sistema que también sirve para dormir y es síntoma de cuánto ama el hombre a este viejo mueble.

Desde una piel de animal estirada en el piso para que el hombre primitivo entre en los dulces sueños hasta una cama con todos sus accesorios tecnológicos, todo es valido si de dormir o entretenerse se refiere.

La divina Sara Bernhardt solía dormir en un ataúd de palo rosa, forrado con cartas de sus amantes. Cleopatra, se ha dicho, tenía una cama tan espaciosa que en ella podía acostarse con cien hombres en una sola noche.

Según la prensa, Idi Amin tenía una cama con colchón de agua, de barandas de oro con incrustaciones de piedras preciosas, y regulable a control remoto.

Los biógrafos de Charles Chaplin, cuenta que al cómico le gustaba descansar en forma austera: le bastaba una cama de una plaza con colchón duro.

Napoleón, que pasó mucho tiempo en la cama a juzgar por las amantes que tuvo, era supersticioso. Por ejemplo, creía que le traía mala suerte si el cubrecama estaba descentrado o la almohada mal puesta; al conquistador le gustaba ver armonía en su cama.

Según Verdaguer, el humorista, Calígula fue perverso por culpa de su madre que lo alumbró en el piso.

Según el diccionario, cama es una armazón de metal o madera montada sobre cuatro patas, con un colchón hecho de diversos materiales.

HISTORIA DE LA CAMA MÁS ANTIGUA

A lo largo de la historia, a la cama se le ha hecho una serie de modificaciones, como el diván, la cama-repisa, el sofá-cama, y en nuestro siglo la célebre cama redonda.

Desde los tiempos más antiguos la cama es el lugar apropiado para dormir, reposar o hacer la siesta (ojo, no fiesta).

Entre los pueblos primitivos se la encuentra improvisada en el suelo sobre un montón de hojas secas o de pieles de animales; con este último material los esquimales inventaron (sin querer) la cama portátil o cama bolsa.

Pero más sencilla aún es la cama de los japoneses, que se conforman con una tira de estera para dormir.

Calígula y una cama redonda del tiempo de la Roma pervertida. Entonces se dormía, bebía, comía, administraba, luchaba y amaba en la cama. Casi no se concibe una película contemporánea sin una escena de cama y toda escena de cama es necesariamente una escena de amor.

En algunos pueblos de la antigüedad había tres clases de camas: las que utilizaban para dormir, las que servían para comer y los llamados lechos fúnebres, en donde colocaban a sus muertos o momias.

En cambio, los egipcios tenían sus lechos fúnebres de tamaño parecido al lecho actual, decorados ricamente. Solían esculpir los pies de la cama la cabeza de un toro, león o esfinge cuyos flancos y patas coincidían con los de la cama, usando un colchón muy alto y almohada montada sobre un pie de madera, que utilizaban para sostener la cabeza.

Las camas que tenían para su descanso los asirios y persas estaban construidas con maderas finísimas, incrustadas con oro, plata y marfil, y las adornaban con hermosas telas de seda de la china.

La cama griega más antigua de la que se tiene noticia, parece ser la que Ulises se construyó aprovechando el tronco de un olivo en el mismo sitio en que éste crecía, según Homero.

EL TRICLINIO O LECHO ROMANO

Entre los romanos había camas semejantes a las del pueblo griego, si bien con algunas variantes. Por ejemplo, las hacían de madera con incrustaciones de oro y marfil, con las patas torneadas; también tenían camas de bronce. El emperador Heligábalo poseyó una cama de plata maciza.

Fueron los romanos los que introdujeron la costumbre de comer en la cama que ellos llamaban “lectus triclinaris”, por componerse de tres lechos colocados al lado de una mesa cuadrada, dejando uno de los lugares libres para que los criados pudieran servir.

En este tipo de cama la cabeza era más alta que los pies, y al conjunto de los tres lechos se le dio el mote de “triclinio”. La persona que comía en él, se recostaba en el lecho, apoyándose en su codo izquierdo, quedando así libre el brazo derecho para comer.

Más adelante, la mesa cuadrada fue sustituida por una circular y los tres lechos se unieron en uno solo en forma de herradura.

Esta costumbre de comer en el lecho duró hasta el siglo VI. En el siglo XII las camas se adornaban con cortinajes, que colgaban unas veces del techo y otras de unas columnas que prolongaban las patas hacia arriba.

Las ropas que cubrían la cama eran de telas muy finas: ricos terciopelos y brocados cubrían los lechos, cada vez más lujosos, imitando a los de los musulmanes del Asia Menor, dados a conocer en occidente gracias a las cruzadas.

En el siglo XVII entre los reyes franceses se generalizó cama grande. En su lecho solía recibir el rey a los cortesanos y celebrar sesiones relacionadas con su gobierno, como lo hacía Luis XIV.

Las camas en el futuro seguirán existiendo porque ya forman parte del menaje de la humanidad; aunque no sabemos qué modelo se impondrán entonces. De lo que sí estamos seguros es que el hombre es el animal al que más le gusta la cama.