“La caballereza del Sol”, “amable loca”, “Manuelita la bella”, “la libertadora del Libertador”. Así con cualquiera de estos nombres era conocida la gran patriota Manuela Sáenz, nacida en Quito-Ecuador el 27 de diciembre de 1797.
Manuela desde los quince años fue una revolucionaria, buscando transformar la subyugación de los pueblos por la libertad.
Se enamora perdidamente de Simón Bolívar y la manera correcta, arrasa con todos los convencionalismos, no porque fuera una mujer desbocada y salvaje ni tonta sino por ser una mujer fiel a sus sentimientos, sus creencias sobre la libertad y no solo la libertad para nosotros sino para la libertad de la mujer.
Vistiendo uniforme militar Manuela encabezo escuadrones de caballería junto a Antonio José de Sucre en la batalla de Junín y Ayacucho como el mejor de los soldados por lo que fue ascendida a mérito propio a coronel.
El aguerrido carácter de la quiteña creyente y fervorosa de la causa libertadora, permitió salvar la vida del Libertador en dos ocasiones por lo que se le llamo: “La Libertadora del Libertador”.
LA LIBERTADORA DEL LIBERTADOR
Manuelita acompaño a Bolívar hasta Perú y estuvo a su lado buena parte de las campañas participando en ellas activamente hasta culminar la gesta libertadora cuando radicaron en la ciudad de Santa Fe de Bogotá.
Durante su estancia en esta ciudad le salvaría la vida interponiéndose a los rebeldes, dándole tiempo a Bolívar de escapar por una ventana.
Después de algunas separaciones y encuentros, el 8 de mayo de 1830 Bolívar se despidió de su amada rumbo a la costa atlántica, allí enfermó y cuando Manuela iba en camino para estar a su lado y cuidarlo recibió la noticia de su muerte.
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