Al igual que las torres del World Trade Center, el edificio Empire State también fue blanco de un avión. Un Bombardero B-25 del ejército del aire norteamericano se estrelló en el piso 79 del edificio Empire State en New York el 28 de julio de 1945.
Murieron catorce personas y los daños causados al edificio se valoraron en 1 millón de dólares, pero la integridad de la estructura no resultó afectada.
La hoy desaparecida la imagen-ícono de Manhattan, aquel entrañable “skyline” de postal donde no podía faltar la silueta de las dos inmensas torres del World Trade Center, las miradas del mundo buscaron un nuevo punto de referencia que identificara la gran ciudad de los rascacielos.
Entonces se tropezaron con aquel otro gigante de estilizada figura. El Empire State Building, que también ha tenido su historia trágica, la del bombardero que puso en jaque a Nueva York.
Las crónicas cuentan que abajo, en la calle 34, nadie podía dar crédito a lo que veían con sus propios ojos aquel 28 de julio de 1945 cuando ese enorme B-25 Mitchell de la Marina estadounidense clavado en el piso 79 del famoso rascacielos.
El piloto, el coronel William Franklin, se desorientó mientras volaba en medio de la neblina sobre la isla de Manhattan. Lo cierto es que a él le atribuyen gran parte de culpa en la tragedia.
IMPACIENCIA DEL PILOTO OCASIONÓ LA COLISIÓN
Se le avisó por radio a Franklin, una hora antes del siniestro, que tenía que esperar tres horas para aterrizar en el aeropuerto de Newark, localidad cercana a Nueva York. El piloto, entonces, se impacientó y declaró falsamente que tenía asuntos urgentes en el aeropuerto de La Guardia.
Su intención era desviarse a Newark una vez que se le concediera el permiso, pero confundió las direcciones y a las 9:40 de la mañana se encontró de frente con el histórico edificio de hierro a unos cuantos metros. No tuvo tiempo para reaccionar.
El avión de 12 toneladas abrió un hoyo de 10 metros de diámetro en la estructura del edificio Empire State. La gasolina que se escapó del tanque después de la colisión provocó un incendio que consumió los pisos 78,79 y 89. Uno de los enormes motores salió despedido y entró por el ventanal de un penthouse que estaba unos pocos metros más abajo.
Fue una impaciencia que costó la vida a los tres tripulantes del avión y a otras 11 personas que estaban en el edificio, y los daños superaron el millón de dólares.
A pesar de los daños, se consideró que la estructura del edificio no se había visto comprometida, por lo que muchas de las oficinas abrieron incluso el lunes siguiente. Tras las reparaciones, todo el edificio regresó a la normalidad.
No cabe duda que la estructura del gigante resistió y no tuvo tan mala suerte como las Torres Gemelas.
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