Nacida en 1848, Antonia vivió gran parte de su vida en Ica, años mas tarde se mudaría con su padre a la ciudad de Lima, donde conoció y quien sería más tarde su compañero de vida el coronel Andrés Avelino Cáceres.
Ambos sellaron su amor en 1876 e inmediatamente formaron una familia junto a sus tres pequeñas niñas. Antonia como toda mujer de la época, desempeñaba su rol de madre y cuidaba de sus pequeñas hijas mientras que su esposo como muchos militares de carrera permanecía alejado de su familia.
Entonces Chile le declara la guerra al Perú en 1879, cambiando así el destino de la pareja para siempre.
Esposa del Gran Mariscal Don Andrés Avelino Cáceres, quien lo acompaño junto a sus hijas, en las jornadas de la Campaña de la Breña.
El Brujo de los Andes huyo a la sierra para organizar al ejército y defender territorio peruano. Antonia al enterarse de lo sucedido e incapaz de permanecer indolente se sumó a la lucha ante la ocupación chilena y se unió al llamado Comité Patriótico de Conspiradores.
ARMAMENTO PARA LOS SOLDADOS
Desde Lima ya recolectaba secretamente armamento para los soldados peruanos. Una de sus estrategias era camuflar las armas debajo de los largos vestidos de su criada Gregoria y sin que los chilenos sospechen las llevaba al antiguo teatro Politeama de recolectaba.
En su afán de proveer armas al Ejército del centro, nunca dudo en afrontar todo tipo de riesgos. Afortunadamente su temeridad iba acompañada de un gran ingenio, con tal de conseguir burlar una y otra vez la vigilancia de los chilenos y enviar armas a los patriotas de la resistencia.
En la más audaz de sus hazañas utilizó un ataúd simulando un entierro, en un plan que ella misma llamó: “una macabra estratagema”. En el ataúd oculto partes de un cañoncito que sería utilísimo para Cáceres en la Sierra, la resistencia seguiría en acción.
Debido a sus acciones tal cual preso en fuga, tuvo que esconderse y huir de las tropas chilenas en repetidas ocasiones para no ser capturada.
Ante estos hechos, un preocupado Cáceres mediante una carta le pidió que ella y sus hijas lleguen a su encuentro y así evitar que la tomen prisionera, pues si eso ocurría el se tendría que entregar.
Pero la convicción de Antonia era tan fuerte que decidió postergar el viaje y seguir conspirando contra el enemigo. Meses después acude al llamado de su esposo y en un peligro viaje ella y sus hijas logran evadir las patrullas chilenas, es así que Antonia y Cáceres vuelven a unir sus destinos.
MADRE DE TODOS LOS PERUANOS
Con el inicio de la Campaña de la Breña en Jauja, el ejército contó con el apoyo de las mujeres quienes estaban siempre en su retaguardia por lo que fueron apodadas “las Rabonas” y como una más de ellas Moreno de Cáceres fue bautizada como la “Mamacha Antonia”.
En 1883 por su seguridad Antonia regreso a la ciudad de los reyes (Lima) con sus hijas luego de permanecer con su ejército casi toda la campaña, periodo en que se ganó el respeto y cariño de los soldados.
Con la derrota de la batalla de Huamachuco vino el tratado de Ancón que puso fin al conflicto.
A los 67 años de edad la mamacha Antonia se fue a la eternidad dejando en el recuerdo impregnado en sus cartas el ejemplo de una mujer patriota y luchadora, pero sobre todo el de una excelente compañera en la guerra.
Hasta pronto Antonia, “Madre de todos los peruanos”.
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