Entre todas, la princesa Arjumand Barum Began era la más delicada, hermosa y discreta. Fue natural entonces que el Gran Mongol, el todopoderoso emperador de la India, el Sha Jahanguir, se enamorara de ella sin remedio, la convirtiera en su esposa favorita, y le diera el nombre de Muntaz Mahal, que significa “La joya más preciada del imperio”.
El enlace duró 14 años. En las orillas del río Djamna, el emperador hizo construir senderos de mármol pulido “para que nada pudiera herir los pies descalzos de la más hermosa de las princesas”.
Arjumand dejó de existir el año 1629, víctima de la fiebre puerperal, cuando nació su octavo hijo.
Jahanguir, inconsolable y abrumado, resolvió construir para su amada el mausoleo más bello del mundo. El material elegido fue el mármol; y el talento de un arquitecto extraordinario, Isa Usted, logró el milagro de conferir al volumen y a la forma de aquellos trozos de mármol una expresión poética que no tiene parangón.
Agra había sido ciudad testigo de dos lecciones: la primera, del amor apasionado más allá de la arquitectura y la poesía.
El Taj Mahal, delicadas líneas, encajes y filigranas que son el triunfo del arte sobre la rigidez y dureza del mármol, está ubicado en la ciudad de Agra, capital del estado de Uttar Pradesch, a 20 kilómetros de Mathura y a unos 85 de Nueva Delhi. Contemplando en silencio la belleza de ese monumento, nadie puede decir donde terminan la masa y la forma y donde comienza la poesía.
Han pasado siglos, y el mausoleo, tan sabiamente incorporado al paisaje, sigue dando lecciones.
EL IMPERIO MONGOL
Para hablar del Taj Mahal conviene hacer una brece incursión por la historia de la India durante el Imperio Mongol. En el año 1526, Babur, descendiente de Genghis Kan y Tamerlán, aprovechando la división que existía entre los sultanes musulmanes de la India, derrotó al príncipe Afgano Lodi e inició una guerra de conquista que al cabo de cuatro años lo hizo dueño de Agra, Delhi y el Valle del Ganges.
En 1573, Akbar el Grande, nieto de Balbur, extendió y consolidó el Imperio Mogol, conformando el concepto de la India como un todo, un solo gran país.
Akbar tuvo tres hijos y los tres se rebelaron contra su padre, que gobernó durante casi medio siglo. A su muerte en 1605, le sucedió el menos díscolo, Selim. Ya adulto se hizo llamar Jahan, y cuando ascendió al trono de los mogoles escogió el nombre de Jahanguir que significa “conquistador del mundo”.
Reconstruyó Delhi, ciudad que él quería llamar Jahanguibad, lo que no ocurrió por oposición de su hijo y sucesor, Aurangzeb. Siguiendo el ejemplo de su padre, Aurangzeb conspiró contra Jahanguir. Lo derrocó y lo obligó a vivir encerrado en su palacio, en donde según sus biógrafos “llevo hasta su muerte una vida placentera y grata, solo turbada por el recuerdo de su esposa, Arjumand Barum Begam”.
EL TAJ MAHAL
Cuando Mumtaz Mahal murió, luego de nacer su octavo hijo, víctima de la fiebre puerperal, en el sur de la India, Jahanguir, el gran mogol, hizo trasladar los restos de su esposa a Agra y los sepultó provisionalmente en un jardín junto al río Djamna. Y casi de inmediato, empezó a construir su monumento funerario: el Taj Mahal.
El proyecto fue de Usa Usted, uno de los arquitectos convocados por Jahanguir. El experto para erigir la cúpula venía de Estambul, los albañiles de Delhi y Kandahar, los especialistas en acabados de Lahore y Samarkanda, los calígrafos de Chiras y Bagdad y los talladores de flores de Bujara y Cachemira.
A las órdenes de Isa Usted trabajaron 20,000 hombres durante 17 años. En la obra se acumularon mármoles de Jaipur, piedra roja de Fadepur-Sekri, jade y cristal de China, jaspe de Punjab, lapislázuli y záfiros de Ceilán, turquesas del Tibet, coral y cornerina de Arabia, ónice y amatista de Persia y diamantes de Pauna.
JAHANGUIR ENAMORADO
Jahanguir reinó entre 1628 y 1658. Su esposa murió en 1629, y el Taj Mahal fue construido entre 1630 y 1647. En 1658, Jahanguir se convirtió en prisionero de su hijo, muriendo cinco años más tarde. Sus restos descansan en un sarcófago junto a los de su esposa, en el Taj Mahal.
IMPRESIÓN ABRUMADORA DEL TAJ MAHAL
El observador del Taj Mahal queda realmente impresionado, ante el efecto de los contrastes… “La reluciente franja de agua con sus flores de loto”, esta se extiende desde el portal de entrada, a través del jardín, hasta el Taj Mahal, el soberbio edificio de mármol, blanco como la nieve, el frondoso parque que lo rodea, y encima el profundo azul del cielo indio, todo esto se funde en el alma del visitante de tal modo, que por un instante hace desaparecer todas las dificultades y preocupaciones de este mundo”.
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