FÍSICA RECREATIVA CON UNA BALA
Durante la primera guerra mundial según publicó un diario europeo un aviador francés cogió con la mano una bala disparada.
En la aviador francés pago cara está hazaña ya que los periodistas de esa época no le dejaron tranquilo. Le pedían a cada instante su relato.
El perplejo francés contó: «Cuando iba volando a 2 kilómetros de altura me di cuenta que cerca de la cara tenía un extraño objeto. Creí que era un insecto».
Luego agregó: «…fue entonces que le puse atención y comprobé que ¡era una bala de un fusil alemán!. Recapacité y en un acto de osadía la cogí».
En sí, el suceso es más que extraordinario inclusive para este tiempo de los cohetes espaciales y los trasplantes de órganos vitales.
Sin embargo la noticia del piloto francés no tiene nada de imposible a la luz de la ciencia. A simple vista parece un acto de superchería.
Cuando salen del cañón del fusil se mueven a 800 y 900 metros por segundo y por la resistencia del aire avanzan cada vez más despacio. Esto es algo evidente y comprobable.
Luego, la bala antes de caer recorre menor cantidad de metros en un segundo. Su fuerza y velocidad no son las mismas a las del momento de ser disparadas.
INCREÍBLE BALA
El aeroplano de ese entonces coincidió con la bala disparada que no tenía ni fuerza ni velocidad.
Por consiguiente la bala y el avión podían volar a la misma velocidad, en un momento dado y en esas condiciones, la bala resultaba inmóvil con relación a la mano del aviador francés.
Por lo tanto, el francés pudo coger fácilmente la bala… pero con un guante, porque las balas se calientan mucho al rozar con el aire.
Y aunque le parezca extraño este suceso tiene mucho que ver con los fenómenos de la gravedad, la presión y el peso de los cuerpos.
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