Jorge Chávez Dartnell nació en París el 13 de enero de 1887. Su familia era peruana y acaudalada. Su madre, María Rosa Dartnell y Guise, tenía entre sus abuelos al almirante Jorge Martín Guise, prócer de la Independencia y fundador de la Marina de Guerra del Perú.
Desde sus años de estudiante prefirió la emoción y la plenitud vital del deporte, antes que la sensualidad de la vida fácil. En 1910 egresó de la Escuela Violet de electricidad y mecánica industriales con su diploma de ingeniero.
Se interesó con viva curiosidad por la mecánica, cultivó el dibujo, así como la caricatura y llegó a ser figura sobresaliente en las carreras, el salto y el futbol, sin perder su condición de aficionado aristocrático. También fue un apasionado del deporte automovilístico. Pero su afición favorita llegó a ser la aviación.
En 1910 participó en varios meetings aéreos: los de Biarritz, Niza, Tours, la semana de Lyon, Verona, Budapest, Rouen, Champagne, Black Pool y Lanark. Después de estas múltiples competencias de distancia hechas alrededor de una tribuna o por encima de ellas en espirales descendentes o ascendentes, le preocupó el afán de subir a las que entonces eran consideradas las más elevadas regiones del aire.
Siempre quiso llegar lo más alto en cada vuelo. “No puedo soportar los vuelos en carrusel sobre el aeródromo. Volar, es volar”, dijo alguna vez.
Llegó a batir en Issy-Les Moulineaux el récord mundial de altura, pues ascendió a 2,652 metros como un ensayo para su proyecto ulterior.
EL VUELO AUDAZ A LA GLORIA
En la reunión internacional de aviación efectuada en Milán en setiembre de 1910, la prueba principal consistió en un vuelo de Suiza a Italia con el paso de los Alpes por el cuello del Simplón. De los tres concursantes un italiano fue eliminado por no haberse presentado a tiempo su aparato y un norteamericano se retiró después de dos tentativas infructuosas. Quedó únicamente Jorge Chávez.
En su monoplano Bleriot, después de un ensayo infortunado, salió el 23 de setiembre de Briga en Suiza, tramontó los Alpes y apareció en el valle de Domodossola (Italia). Había triunfado. Era “un joven del siglo XX cruzando por la ruta azul encima de aquellos Alpes por donde se arrastraron César y Napoleón”, según el verso de Hugues Leroux. Nadie había hecho eso antes.
Aproximadamente a 10 metros de altura, las alas del aparato se desprendieron y doblaron “como las de una paloma” y aquel cayó al suelo para estrellarse por la parte delantera.
El héroe no tuvo la culpa del accidente producido en el instante previo al aterrizaje, no por falla en el motor sino en el armazón de la endeble y primitiva aeronave.
El heroico piloto sufrió la fractura de ambas piernas. Transportado al hospital de Domodossola, llegaron hasta Jorge Chávez mensajes de felicitación por su proeza del Rey de Italia, del presidente de Francia y numerosas personalidades de todo el mundo.
En aquella época el paso de los Alpes apareció con un significado análogo al que más tarde logró el vuelo de Lindbergh de Estados Unidos y en nuestros tiempos ha alcanzado la hazaña espacial de Gagarin.
ARRIBA… MÁS ARRIBA TODAVÍA
Jorge Chávez no tuvo pérdida de conciencia y su casco de cuero quedó intacto. Se le encontraron fracturas en las piernas y pequeñas laceraciones y contusiones en la cara. Fue la suya una larga agonía. Cuatro días más tarde, el 27 de setiembre entró en la inmortalidad murmurando: “ARRIBA… MÁS ARRIBA TODAVÍA”.
Los restos de Chávez fueron trasladados a Paris, allí fue enterrado en el mausoleo de la familia Chávez donde ya descansaban sus padres, permaneciendo allí 47 años hasta su repatriación al Perú con solemnes ceremonias en setiembre de 1957. Sus restos reposan en la Plaza Mayor de la Escuela de Oficiales de la FAP en Las Palmas, Lima-Perú.
El 23 de setiembre de 1937 la comunidad italiana en el Perú le obsequió a la ciudad de Lima un monumento para homenajear a Jorge Chávez en conmemoración de los 400 años de la fundación de la ciudad que se había celebrado en 1935.
Uno de los invitados a esta ceremonia fue el aviador peruano Juan Bielovucich, segundo piloto en el mundo en completar el cruce de los Alpes en 1913, él le había prometido a Jorge Chávez poco antes de su muerte cruzar los Alpes y cumplió su promesa tres años después del gran héroe peruano.
En recuerdo por su hazaña al héroe de los Alpes, en 1960 se inauguración el nuevo Aeropuerto Jorge Chávez en Lima-Perú, siendo en su momento el más moderno a excepción del John F. Kennedy.
El poeta italiano Giovanni Pascoli realizó una composición en honor al aviador audaz: “Cae con su gran alma sola siempre subiendo, ahora si él vuela”
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