¿Cómo dos trozos de tela tan pequeños causaron semejantes estragos, suscitaron rechazos y amores e inauguraron la era del culto al Sol?, ¿Cómo es posible que unos triángulos movilizaran el hoy super potente industria de baño y corsetería?
El bikini, que el 5 de julio cumplió 76 años de vida, trasladó el mundo íntimo femenino a la vulnerable mirada del ojo público.
Y tuvo que ser un francés el creador del dos piezas más famoso de la historia, calificado en su día como el colmo de la indecencia. Su nombre: Louis Réard, quien curiosamente no era modisto, sino ingeniero, y que aplicó sus conocimientos de física aerodinámica sobre la anatomía femenina, con tan inesperado y arrollador éxito que en seguida el bikini traspasó fronteras e invadió las playas, la literatura, el comic, el cine y la televisión.
LA BOMBA ATÓMICA
Paradójicamente, el bikini no nació de una sugestiva y sensual experiencia, sino de la misma esencia del horror, ya que la materia prima de la inspiración de Louis Réard fue la bomba atómica, en concreto, la primera lanzada después de la Segunda Guerra Mundial.
Un experimento nuclear estadounidense sobre el atolón de las islas Bikini, en pleno Océano Pacífico el 30 de junio de 1946. Un holocausto en pleno paraíso polinésico, es decir, el bikini como invento explosivo.
Cinco días más tarde, en París, Réard ofreció un pase privado para mostrar su creación, ante los ojos atónitos y entretenidos de un público algo escéptico que no imaginó que aquel vivificante atrevimiento sería una de las llaves del cambio histórico que se produjo.
Al tiempo que surgieron la televisión y el detergente, el bikini avanzaba terreno en el movimiento de liberación femenina.
Una vez más se desafiaba los tabúes y la mentalidad puritana. Y allí estaban Brigitte Bardot -y Dios creó a la mujer- y Ursula Andress -James Bond contra el Doctor No- para, a través, del cine, potenciar el asunto y volver locos a los hombres.
BIKINI POPULAR Y CONTROVERTIDO
Así, pues, el bikini fue popular y controvertido desde su aparición, y todavía se prohíbe en algunas playas del mundo en pleno siglo XXI. En los años cuarenta del siglo pasado hubo protestas, escándalos y censura.
La oposición católica no pudo, sin embargo, frenar el deseo femenino de sol y gracias al turismo de masas el bikini se impuso en las playas de Europa y América, sobre todo en California y estilo beach boy.
Las dictadoras de España y Portugal prohibieron esta prenda veraniega lo que originó situaciones tragicómicas de todo tipo. Mientras la Guardia Civil española arrestaba suecas y alemanas en las playas por escándalo público, el género masculino experimentaba al culmen del placer visual materializado en los obligos y generosidades de aquellas atrevidas rubias nórdicas.
CADA DÉCADA CON ESTE BAÑADOR
En los 40, en los 50 y sobre todo en los 60 del siglo XX, el bikini representó la culminación estética e ideológica de la mujer: urbana, culta, independiente, guapa, divertida, bronceada…
En los 70, las proporciones del bikini disminuyeron hasta la casi inexistencia de los 80, con la aparición de la tanga brasileña o el string hawaiano, una cinta entre los glúteos que se bifurca en las caderas para sujetar un escueto trocito de tela de las mismas proporciones que en el pubis.
Como siempre, la moda es cambiante y continúa perfeccionándose, desde hace varios años, el bikini se impone al vestido de una sola pieza y los creadores bucean en la ilimitada oferta del mercado por internet, a la búsqueda de nuevas tecnologías desarrolladas.
Los resultados son sorprendentes: jacquards espectaculares, esponjosos piqués, gofrados, enrejados, elásticos, plisados en ondas, bellos tornasolados… incluso los estampados florales propios de las tapicerías son introducidos en el mundo de la moda baño.
La microfibra es el tejido protagonista, junto a las lycras de algodón y terciopelo, lames, piqués, rizo, se intercambian bordados y calados, con colores en blanco/negro y también la tremenda gama de colores pasteles, hay profusión de tonos ácidos, metales y brillantes, sobre todo en firma de lentejuela, que dotan de glamour a la simplicidad de las formas.
Finalmente, tenemos explosión para rato gracias a la inspiración de Louis Réard.
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