UNA MÁQUINA PARA VOLAR MÁS PESADA QUE EL AIRE

UNA MÁQUINA QUE TE HAGA VOLAR Y MÁS PESADA QUE EL AIRE

Y, ¿qué tal una máquina para volar que no fuese tan liviana? ¿Una máquina más pesada que el aire? En verdad, mucha gente ya lo había pensado. George Cayley, un Baronnet inglés, hacía planeadores desde 1799.

Eran más pesados que el aire, pero volaban cuando se los arrojaba desde lo alto.

Había un solo problema: ¿quién tendría el coraje de volar en uno de esos aparatos? Nadie, mucho menos Sir Cayley. (Acá, entre nosotros, no tenía el coraje ni la audacia de santos Dumont…).

PRUEBAS MORTALES DE AVIACIÓN

Solo en 1853, cuando tenía 80 años, el inventor tuvo el coraje de correr el riesgo. Pero de todos modos riesgo la vida de un niño, no la propia. En la segunda experiencia mandó a su cochero, que era más pesado.

Como el planeador carecía de control no estaba mal que el tripulante no supiese nada de aviación. La experiencia no salió tan mal. El cochero sobrevivió.

Pero salió del planeador aterrorizado: -por favor, permítame, señor, que le recuerde que yo fui contratado para guiar carruajes y no para volar.

Entre 1891 y 1896, un alemán llamado Otto Lilienthal hacía planeadores más perfeccionados, fue el primero en utilizar alas artificiales para volar.

Para lograr la realización del su sueño de volar, estudio durante 30 años el secreto del vuelo de las aves, y en 1891 construyó, siguiendo los planos de Da Vinci, un planeador compuesto de dos alas que parecían de murciélago, por las nervaduras que las atravesaban, y que se unían, al terminar, a una cola vertical, hecha de madera de sauce como todo el armazón, la cubría una tela de algodón encerada.

El viajero se colocaba de pie entre las alas, y poniendo sobre ellas sus brazos, se dejaba caer desde una altura, planeando en el aire suavemente al descender, pero tampoco tenían control todavía.

Para equilibrar el aparato el inventor volaba apoyado en los brazos y de vez en cuando le daba juego con el cuerpo. Mira más o menos como andar en bicicleta.

De este aparato se lanzó Lilienthal al aire desde lo alto de una colina, con todo éxito, y durante los 5 años siguientes realizó no menos de 2,000 vuelos, hasta que en 1896 se mató, al estrellarse con su planeador, después de caer de una altura de 15 metros, por una racha de viento que se desató.

OTTO LILIENTHAL

Pero a pesar de los desastres cada uno de esos pioneros iba dejando buenas ideas. El problema era juntar las ideas, agregarle algunas y hacer un aparato capaz de despegar del suelo. Santos Dumont estudiaba.

Estudió, estudió, experimentó y por fin eligió un camino. Pero, es curioso, no partía de los planeadores. Mucha gente estaba tratando de hacer planeadores motorizados.

EL GRAN AÑO DE VOLAR DE LOS HERMANOS WRIGHT

En 1903, en Estados Unidos, los hermanos Wilbur y Orville Wright llegaron a hacer volar uno. Pero todavía era más planeador que avión, porque tenía que ser lanzado por un aparato, una especie de catapulta quedaba el impulso inicial. 1893 ya había sido inventado de la cometa-caja.

Era una especie de cometa o barrilete, como los que los niños remontaban hoy día; un armazón de madera y papel en forma de caja.

Santos Dumont pensaba en hacer una gran cometa motorizada. Prueba que prueba, acabó hallando una que funcionaba. Primero probó sin motor. Remolcada por el dirigible número uno, planeaba que era una belleza. Alberto la bautizó “14-bis”.

Para subir no precisaba mucha fuerza. A pesar de ser grande, bastaba para que se levante con el impulso que pudiera darle un burrito, tal como si fuera una cometa, o un barrilete, como se dice en el Río de la Plata.

Alberto montó un motor en el aparato e hizo otras pruebas. En ese tiempo había dos premios para quien consiguiese hacer levantar del suelo, por su propia fuerza, una máquina más pesada que el aire (el nombre de avión solo surgía mucho tiempo después).

SANTOS DUMONT SE INSCRIBIÓ EN EL CONCURSO

El día 23 de octubre de 1906 ante una comisión de jueces y una multitud de curiosos, el «14-bis » ronco, tembló, corrió por la pista y despegó. Santos Dumont nunca patentó idea alguna. Nunca quiso ser el «dueño «de la aviación.

Aceptaba ocurrencias, hasta ofrecía premios en dinero para animar a otros inventores. Quería hacer progresar la aviación.

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