CUPIDO EL NIÑO TRAVIESO TAMBIÉN SE ENAMORÓ

Tras la fábula de Cupido, el niño travieso que sigue flechando corazones existe en la realidad de las cosas y aun hoy en día se concibe de manera más superficial.

El mito es como una historia continua que se repite y que nació muchos años antes de la era cristiana.

Sigue representando al amor, a los amantes, al sentimiento máximo de los seres humanos. Pero ¿qué dice la narrativa mítica acerca de este angelito?

EROS O CUPIDO

El Eros de los griegos, “creador de toda vida” fue denominado por los romanos Cupido, y Platón lo menciona como hijo de Penía, la diosa de la Miseria y de la Carencia y de Poros el Dios de la Abundancia.

El filósofo describe el nacimiento de Eros con lujo de detalles. En el Olimpo, lugar donde habitaban los dioses, se celebraba alegremente el nacimiento de Afrodita (Venus) la bella diosa del amor.

Al terminar el festín surgió la figura de Penía que mendigaba los restos del banquete. En esos momentos, Poros, embriagado, se alejaba de los inmortales hacia el jardín de Zeus donde cayó pesadamente en un sueño profundo.

Penía que siempre estaba a la búsqueda de medios para sobrevivir, tomó la determinación de tener un hijo del dios de la Abundancia. Y es así como concibe un hijo de Poros: Eros, el Amor.

Engendrado el día del nacimiento de la diosa Venus, Eros será para siempre el compañero y paje de la belleza y también para siempre será ambivalente, ya que su madre hereda la permanente carencia y el destino andariego y de su padre el coraje, la decisión y la energía que lo convierten en un astuto cazador.

Esta unión de calidades opuestas le proporciona un destino singular: no es mortal, ni inmortal. Por momentos germina y vive, en otras ocasiones muere pero al poco tiempo vuelve a renacer.

FUNDAMENTO DE TODA REALIDAD

El poeta griego Hesíodo, en su obra sobre el nacimiento y origen de los dioses, exalta a Eros como fundamento de realidad, como factor responsable de la unificación entre las fuerzas divinas que rigen los destinos del hombre y del Universo.

Hesíodo lo coloca en el comienzo de la secuencia del nacimiento de todos los dioses. Eros recibe, en la teogonía, el carácter que conservará para siempre: el de lazo, conexión, mediador, unidor.

También los artistas se ocuparon del mito Eros. Aristófanes, comediógrafo habla de Cupido y es quien le pone alas cuando dice que estaba “dotado de brillantes alas de oro parecidas a los rápidos torbellinos del viento”.

NIÑO TRAVIESO

Cupido asume el aspecto del niño travieso solamente en la época helénica. Antes de dicho período su figura era la de un joven. Esta transformación posiblemente se deba al deseo del hombre de destacar su imprevisibilidad, su irracionalidad y su inconstancia.

Eros se convierte en Erutideus (amorcillo), el niño cuyos caprichos son el tormento de dioses y de hombres, el niño alado que hiere corazones con sus flechas. Esta evolución se pone de presente en el arte. Muchos escultores lo hicieron tema de algunas de sus obras.

CUPIDO TAMBIÉN SE ENAMORÓ

Cuenta la mitología que en una de las misiones encomendadas a Cupido por la diosa Venus, se enamoró perdidamente de la mortal Psiquis.

La misión que debía cumplir era hacer enamorar a Psiquis de la criatura más despreciable del mundo. El odio que sentía Venus por Psiquis era causado por los celos hacia ésta, a quien admiraban los hombres que ya no rendían culto a su divina belleza.

Eros parte a cumplir su misión. Pero la belleza de la princesa Psiquis era tan grande que tuvo el poder de deslumbrar al dios del Amor.

Cupido había sido traspasado por sus propias flechas. Cupido se cuidó de ocultar su amor hacia la mortal princesa, pero supo alejar de ella a cualquier amor terreno.

Es así que a pesar de deslumbrar a los hombres ninguno la desposa y permanece sola. Los padres de Psiquis entristecidos con el destino de su hija, se dirigen al oráculo de Apolo en busca de ayuda.

SERPIENTE ALADA

Pero ya Cupido había convertido a Apolo en su aliado, y este ordena a los padres de la princesa vestirla con ropas nupciales y conducirla a un determinado lugar a donde llegaría una serpiente alada, más fuerte que los propios dioses del Olimpo, que la convertirá en su esposa.

El rey y la reina no tuvieron otro camino que acatar las órdenes del dios Apolo. Psiquis es dejada en el lugar convenido donde se duerme cansada de esperar. Llega entonces Céfiro, el dios del viento del oeste, que le transporte hasta un magnífico castillo. Al despertar Psiquis no sale de su asombro al ver tan hermosa construcción donde una voz la invita a entrar, bañarse y comer.

Al anochecer se acerca Cupido, a quien la princesa no le puede ver el rostro, pero ante las palabras apasionadas y las ardientes caricias se despreocupa de conocer al extraño y se le entrega.

A este primer encuentro siguen muchos más, pero la visita de sus hermanas hace entrar en curiosidad a la bella princesa por conocer el rostro de su amado, quien para evitar una desgracia la había prohibido averiguar su identidad.

Pero una noche Cupido se queda dormido a su lado y Psiquis busca una lámpara e ilumina su rostro de su amado, deslumbrándose ante tanta belleza. Atónita derrama una gota de aceite caliente de la lámpara sobre su hombro, despertándolo.

Cupido sobresaltado reprocha a su amada diciéndole que “el amor no puede vivir sin confianza” y la abandona.

CON UN FINAL FELIZ

Sin embargo el amor hace que posteriormente busque y encuentre a su amada. Se dirigen al Olimpo donde Zeus los une en matrimonio, no sin antes dar a la princesa el privilegio de la inmortalidad.

Los celos de Venus se volvieron impotentes. Psiquis era ahora inmortal y estaba unida para siempre a Eros. Nada podía separarlos. El amor había triunfado.

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