LEONARDO DA VINCI EN ESCENA

Al principio el hombre solo pensaba en volar imitando a los pajaritos. Hasta un genio como Leonardo da Vinci paréntesis (1452-1519) anduvo ocupado en un proyecto con alas móviles que jamás podría volar.

Cuánta gente, cavilando junto al fuego, se habrá roto la cabeza pensando en una manera de volar! Y mientras, el humo de la chimenea subía y flotaba, pero nadie hallaba la pista.

En 1709 un padre brasileño escribió una carta al rey de Portugal. Decía que sería capaz de hacer navíos voladores. Pero el rey, si es que llegó a leer la carta no le dio importancia.

UNA IDEA LOCA

Algún secretario del soberano la debe haber echado al canasto, sin hacerla conocer siquiera su destinatario.

El nombre dice “loquito” era Bartolomeo Lorenzo de Gusmán.

Si el rey hubiera apoyado su idea de fabricar globos, la historia habría sido otra. Portugal tal vez haya perdido así la oportunidad de inaugurar la navegación aérea. ¡Pensar que pudo haber tenido, en ese campo, la misma importancia que tuvo la navegación marítima!

Durante mucho tiempo nadie pensó en el asunto. Solo unos 700 años después dos hermanos franceses notaron, finalmente, Que el humo de una hoguera siempre subía.

Y la sonaron así: ¿Si uno llegara a llenar de humo caliente una bolsa de papel fino también subiría?

La cosa era experimentar, como hace Pardal cuando tiene una idea.